Las migraciones laborales no solamente son transnacionales; también al interior de México se suceden flujos de personas que van, de estado en estado, en busca de sitios de trabajo. Esto ocurre, por ejemplo, con las comunidades nahuas de Guerrero, que viajan a Colima, para trabajar en su ingenio azucarero. La población de Quesería y sus albergues se convirtieron en un no-lugar, espacios de tránsito, intercambiables, donde las personas permaneces anónimas y donde transcurre la vida de las personas migrantes. Mi no lugar explora estas vidas transitorias de las comunidades nahuas a partir de la experiencia de Jonathan que migra de Guerrero a Colima, guiado por la ilusión de sus padres jornaleros, que lo alienta a estudiar la secundaria y a reencontrarse con ellos. Sin embargo las barreras de la desigualdad, hacen que Jonathan se sume al ciclo ardiente de la zafra, y con ello recorra los paisajes de la explotación.