La reina blanca se ubica en el año de 1464, cuando el rey Enrique VI (David Shelley) ha sido depuesto por el joven Eduardo IV (Max Irons), y toda Inglaterra está dividida en lealtad. Atrapada en el medio está Elizabeth Gray (Rebecca Ferguson), viuda de cuando su esposo murió luchando por Henry, y cuyo reclamo sobre su tierra está en peligro ahora que el Yorkista Edward toma las riendas. Ella organiza una reunión con el joven rey para pedirle ayuda para resolver el asunto, pero lo que sigue es una apasionada historia de amor que culmina en una boda secreta, convirtiendo al plebeyo en la nueva reina. La noticia emociona a su familia, pero otros están menos entusiasmados con la elección de Edward, incluido su asesor más cercano, el manipulador conde de Warwick (James Frain), cuya influencia sobre Edward es superada por la presencia de Elizabeth. A medida que pasan los años, los enemigos poderosos cobran impulso en un esfuerzo por derrocar al rey y la reina, incluida la leal Margaret Beaufort (Amanda Hale), que hará cualquier cosa para que su hijo, Henry Tudor (Oscar Kennedy), tome el trono, y Lord Warwick, que usa a sus hijas como peones en su propia búsqueda de poder.