Lidia no puede ejercer la abogacía a causa de una ley escrita por hombres. Así que, esta vez, se propone un objetivo aún más ambicioso: cambiar la ley. Con el objetivo de impulsar su proyecto, intenta sembrar aspiraciones parlamentarias en su hermano Enrico, con quien investiga casos criminales y lucha por los derechos de las mujeres. En cuanto a su vida personal, Lidia perdió la fe en el amor y en hombres como Jacopo, que vendió la villa familiar y está en pie de guerra con los Poët. Pero los caminos de Lidia y Jacopo se cruzan una vez más. Forzados a trabajar juntos en una investigación que los toca de cerca, redescubren la complicidad y el humor que siempre los unió.