Gracias a un juego improvisado, Julián es lanzado a un autobús urbano que lo deja en el centro. Gladys lo salva de la calle creyendo que es un gato callejero y lo lleva a casa para vivir con sus otros adoptados. Los pingüinos se enfrentan a una batalla global cuando su máquina de fabricación de alimentos eructa una nube tóxica que amenaza no solo al zoológico, no solo a la ciudad, sino a la Tierra misma.