En el firmamento de la Época de Oro del cine mexicano, brillan estrellas de la talla de Silvia Pinal, Pedro Infante y Sara García. Sin embargo, una figura que resplandece con luz propia es la inigualable María Félix, conocida mundialmente como "La Doña". Su presencia en la pantalla grande y su personalidad arrolladora la convirtieron en un ícono no solo en México, sino en todo el mundo.
A lo largo de su vida, la aclamada actriz, adquirió diversas propiedades que reflejaban su gusto exquisito y su estatus de diva. Entre ellas, destaca una lujosa mansión en la Ciudad de México, ubicada en una de las zonas más exclusivas de la capital. Esta residencia no sólo fue testigo de momentos íntimos y especiales de la estrella mexicana, sino que también se erigió como un símbolo de su legado.
La casa de María Félix se encontraba en la calle Hegel número 610, entre Campos Elíseos y Tres Picos, en la colonia Polanco. Construida en 1956, coincidiendo con su matrimonio con el banquero francés Alex Berger, la mansión abarcaba aproximadamente 400 metros cuadrados. Aunque se ha atribuido su diseño al reconocido arquitecto Mario Pani, esta información no ha sido confirmada oficialmente.
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La residencia destacaba por su arquitectura elegante y su decoración opulenta. En su interior, María Félix plasmó su pasión por el arte y las antigüedades. Las estancias estaban adornadas con retratos de la actriz realizados por artistas de renombre como Leonora Carrington, Leonor Fini y Sofía Bassi. Además, contaba con muebles diseñados por Diego Rivera, incluyendo una cama de plata y una tina del mismo material, que añadían un toque de sofisticación y exclusividad al hogar.
La mansión de Polanco fue escenario de innumerables historias que reflejan la vida glamorosa de "La Doña". Se dice que la actriz organizaba fastuosas reuniones donde se congregaban personalidades del mundo del cine, la política y la cultura. Su hogar no sólo era un refugio personal, sino también un punto de encuentro para la élite de la época.
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Tras el fallecimiento de María Félix en 2002, su heredero universal, Luis Martínez de Alba, decidió vender la propiedad, siguiendo las instrucciones que ella dejó en su testamento. La emblemática mansión fue demolida, y en su lugar se construyó un conjunto habitacional moderno.
María Félix no sólo dejó una huella imborrable en el cine, sino también en la cultura y el estilo de vida de México. Su mansión en Polanco es recordada como un reflejo de su personalidad: fuerte, elegante y llena de carácter. Aunque la casa ya no existe, su legado perdura en la memoria colectiva y en las historias que aún se cuentan sobre ella.
