The Last of Us estrenó su segunda temporada basada en el aclamado videojuego que triunfó a inicios de la década de 2010, y ahora demás de volver con Pedro Pascal y Bella Ramsey interpretando a Joel y Ellie, introduce a dos nuevos grupos que prometen llenar de tensión la temporada. Estos son los Wolves y los Scars; dos facciones de sobrevivientes enfrentadas por ideologías, poder y territorio, que se convertirán en piezas clave del conflicto central de la serie.
La historia retoma cinco años después de los eventos de la primera temporada, y en donde Ellie y Joel viven en aparente paz en la comunidad de Jackson, tras haber escapado del laboratorio de las Luciérnagas donde pretendían sacrificar a Ellie para intentar crear una cura a los contagios. Sin embargo, esa tranquilidad está lejos de ser duradera, ya que mientras los infectados siguen siendo una amenaza constante, esta nueva etapa nos muestra que la crueldad y la desesperación humana son igual o más que peligrosas.
Los Wolves, también conocidos como The Washington Liberation Front, surgieron como un grupo rebelde tras el colapso social que provocó la pandemia del cordyceps, y originalmente fueron fundados por Emma y Jason Petterson, ciudadanos de Seattle, que se rebelaron contra el régimen militar opresivo de FEDRA.
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Esta los etiquetó como una organización terrorista, lo que derivó en una cacería en su contra hasta que finalmente el liderazgo recayó en Isaac Dixon, quien convierte al grupo en una fuerza paramilitar organizada y letal. Con entrenamiento, armas y estrategia, los Wolves logran expulsar a FEDRA de Seattle y toman el control de la ciudad.
Pero el poder trae conflictos. La rivalidad con los Serafitas escala rápidamente, dando lugar a una guerra territorial sin tregua. Abby Anderson, personaje clave de esta nueva temporada, forma parte de los Wolves, y su vínculo con las Luciérnagas, siendo fundamental para el desarrollo de la trama.
¿Y quiénes son los Scars? Pues los Serafitas o Scars (nombre con el que se les conoce por las cicatrices en el rostro que todos sus miembros adultos llevan como símbolo de iniciación), son un culto religioso extremista que nació en Seattle como una reacción espiritual a la pandemia.
Siguiendo las enseñanzas de una figura conocida s como La Profeta, creen que el brote es un castigo divino por el pecado humano y que la única forma de redención es abandonar la tecnología, la violencia y volver a vivir en comunión con la naturaleza.
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Sin embargo, su fanatismo los lleva a atacar a cualquiera que no comparta su forma de vida. El WLF, por su parte, considera a los Scars una amenaza radical y lanza campañas violentas para exterminarlos. En respuesta, los Scars forman un ejército propio, entrando en una espiral de guerra total contra los Wolves.
Ambos grupos representan algo más que enemigos: encarnan dos visiones opuestas del mundo, ambas igualmente peligrosas. Su conflicto se convierte en el telón de fondo de la temporada, pero también en una metáfora del caos moral y emocional que vive Ellie.
Además, al introducir a personajes como Abby, cuya lealtad y pasado están directamente relacionados con los Wolves, la serie complejiza el debate sobre la venganza, el perdón y la redención. Y así, con estos nuevos grupos, la serie no solo expande su universo, sino que profundiza en los dilemas humanos más oscuros y dolorosos, de nuestra existencia.
