En su segundo largometraje de ficción, el cineasta colombiano Santiago Lozano Álvarez vuelve a sumergirse en las profundidades de Colombia para explorar, desde lo íntimo y lo mítico, una historia atravesada por el duelo, la violencia, la espiritualidad, en relación con el complejo contexto social y político que atraviesa este país en la actualidad. Además, tomando la oportunidad de resaltar la relación sagrada entre el ser humano y la naturaleza, en esta historia no solo se nos adentra a una experiencia cinematográfica intensamente reflexiva sino también a un viaje sobre la resistencia de la vida y la memoria en un país marcado por el conflicto.
Con un guion co-escrito con Fernando del Razo, Yo vi tres luces negras nos lleva ante José de los Santos, quien es un hombre que vive en un pueblo en el litoral pacífico colombiano, y desde niño aprendió las artes de los rituales mortuorios heredadas de sus ancestros, y ahora tiene un compromiso con las ánimas del purgatorio que lo protegen y acompañan, pero también atormentan.
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Marcado por la ausencia de su hijo desaparecido, Pium Pium, a quien no pudo enterrar ni rezar, José recibe un día la visita de su espíritu que le anuncia que su hora ha llegado y que debe internarse en la selva para encontrar el lugar donde debe morir.
Motivado por sus creencias y con la certeza de la muerte de su hijo, José inicia un viaje por la selva para cumplir con su destino. Sin embargo, en ese trayecto hacia la muerte -y hacia un descenso físico y espiritual por la espesura de la vegetación- José se enfrenta no solo a sus propios fantasmas, sino a las cicatrices de un territorio atravesado por la explotación, el abandono y la guerra.
Bajo un nombre que retoma la expresión que proviene de la tradición oral afrocolombiana -y que alude a las “luces negras” que acompañan a los muertos en su tránsito al más allá- esta producción se levanta también como una metáfora potente para hablar de lo invisible, de lo que no ha sido cerrado, y de los desaparecidos que aún buscan su descanso. En palabras de su guionista, Fernando del Razo, "es una película que construye un personaje digno en medio de la adversidad", ya que la semilla del proyecto fue la manera en que se ponía en jaque el misticismo en medio de la guerra".
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Y es que a diferencia de otros relatos que abordan directamente la violencia en Colombia -e incluso en el resto de América Latina como sucedió con la polémica Emilia Pérez de Jacques Audiard- esta obra no solo retrata la vida en el país, sino que nos adentra en sus más íntimas creencias y las conexiones pisco-emocionales que atraviesan su historia.
Es una película muy humana que te pone de frente con la espiritualidad...
... destaca Fernando del Razo, quien aclaró que la conexión entre lo místico y lo violento fue una conexión que siempre estuvo presente desde que se contemplo el proyecto de la cinta, haciendo referencia al difícil contexto de las guerrillas en Colombia, y de los que su guionista recuerda las reflexiones "de esos y esas sabedoras que reflexionan sobre cómo la guerra llega a unos niveles tan complejos, donde ni siquiera los muertos pueden descansar en paz. Ese fue el epicentro y el punto desde el cual empecé a reflexionar sobre el conflicto armado en Colombia, y también lo fue la forma en que se han situado en estos territorios donde las prácticas y las ritualidades se van transformando también, y no solo por ser sincréticas sino por la tradición oral y los propios contextos que se van renovando históricamente" en ellos.
Así que para disfrutar de esta desgarradora historia, y sucumbir ante esa inquietante pero profunda conexión entre la vida, la muerte, la violencia y el misterio sobre "el más allá", puedes encontrar Yo vi tres luces negras en la cartelera de la Cineteca Nacional, y consultar sus horarios en su sitio web. Recuerda que aquí también podrás adquirir tus boletos... ¡No te la pierdas!