Así se veía Ian McKellen en su primera película (no podrás creer su transformación)
Jessica Campos
Jessica Campos
-Redactora
Algunas de mis películas favoritas son 'Birdman', 'Begginers' y 'L'âge atomique'. El cine de terror me da miedo, me gustan los comics, y mis géneros favoritos son la fantasía y la animación. Estudié Comunicación en la UNAM y algún día terminaré la carrera de Historia en la FFyL.

La trayectoria profesional del actor lo vuelven una leyenda en el teatro y cine.

Sir Ian McKellen, una de las figuras más reconocidas del teatro y cine británico, vivió una notable transformación física desde su debut en la pantalla grande en A Touch of Love (1969) hasta convertirse en un ícono global del séptimo arte.

En esta cinta, McKellen apareció con apenas 30 años interpretando a George Matthews, quien con un porte juvenil y elegante, reflejaba su formación clásica en el teatro. Su rostro aún no mostraba las líneas del tiempo, y su presencia era más bien discreta, enmarcada por un estilo británico sobrio, con el cabello oscuro y un aura introspectiva.

British Lion Films

Más de una década después, en Priest of Love (1981), obtuvo su primer papel protagónico encarnando al escritor D. H. Lawrence. Para ese entonces, su aspecto físico ya mostraba más madurez y fuerza. Llevaba barba y cabello más largo, proyectando un aire artístico y rebelde que coincidía con la figura del célebre autor. Su cuerpo seguía siendo delgado, pero con una postura más firme y una mirada más intensa, fruto de años de experiencia escénica.

A partir de los años 90, la transformación física de McKellen fue acompañada por una evolución actoral imponente. Su cabello se tornó gris, y su rostro envejeció. Esta imagen majestuosa fue clave para papeles legendarios como Magneto en X-Men y Gandalf en El Señor de los Anillos, donde su estatura, voz y presencia imponente lo convirtieron en un símbolo de sabiduría, poder y elegancia.

20th Century Fox

Hoy, a sus 85 años, Ian McKellen conserva una energía admirable. Aunque los años han reducido su complexión y su caminar es más pausado, su mirada conserva la chispa de siempre. Su físico envejeció con dignidad, reflejando no solo el paso del tiempo, sino también la vida de un artista íntegro que abraza cada etapa de su cuerpo con autenticidad.

Además, hay que resaltar que la transformación de McKellen no ha sido solo estética sino que es el espejo de una carrera vivida con pasión, entrega y absoluta entrega al arte. Su rostro y cuerpo han narrado tanto como sus palabras, convirtiéndolo en un testimonio vivo de la grandeza del cine y del teatro.

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