Esta película de Keanu Reeves no sólo nos dio una persecución inolvidable; también nos regaló un amor silencioso que nunca fue con esta famosa actriz.

Keanu Reeves es alguien que no necesita presentación. El actor fue el elegido para las franquicias, primero como protagonista de Matrix, para más tarde convertirse en el vengador imparable en John Wick. Con más de tres décadas en la industria, Keanu se ha ganado un lugar como uno de los actores más queridos de Hollywood, no sólo por sus papeles épicos, sino por el aura de tipo bueno, silencioso y con el alma de un existencialista.

A lo largo de su carrera, Reeves ha protagonizado éxitos de taquillas, dramas filosóficos, películas de acción donde vuela gente y, más recientemente, se ha consolidado con una especie de culto a su personalidad. Mientras otros actores se dedican a generar escándalos, Keanu vive tranquilo, dona parte de su sueldo a los equipos técnicos y da entrevistas con una humildad que hace que todo el internet quiera pasar tiempo con él.

Pero a pesar de tener toda esa atención mediática, hay algo que Keanu siempre ha cuidado con esmero: su vida privada. Muy pocas veces se deja ver en asuntos del corazón, y cuando lo hace, es como si el mundo se detuviera un segundo para escucharlo. Así fue como, en una entrevista que parecía casual, soltó una revelación que dejó a más de uno soñando en que pudo haber tenido una historia de amor con esta famosa actriz.

Resulta ser que, durante el rodaje de Máxima velocidad (Speed en inglés), Keanu Reeves se enamoró y no fue una atracción cualquiera. El flechazo fue con nada más y nada menos que Sandra Bullock, su compañera en esa inolvidable cinta noventera donde una bomba en un autobús se convierte en excusa para una de las historias de acción y tensión más intensas del cine de esa década.

Años después, en una entrevista con Ellen DeGeneres, Sandra confesó que durante el rodaje que también tenía un crush gigante con Keanu. "Me gustaba tanto, pero estaba segura de que él nunca se fijó en mí", dijo entre risas nerviosas. Lo que jamás imaginó es que, tiempo después, Keanu revelaría que también se sintió atraído por ella, pero que nunca lo dijo porque no quería incomodarla o arruinar su amistad.

Máxima velocidad no sólo nos dio una persecución inolvidable y una lección sobre por qué no debemos subestimar el transporte público; también nos regaló un amor silencioso que nunca fue. Ambos estaban enamorados, al mismo tiempo, en el mismo set y ninguno se atrevió a decirlo. Si esto no es material para una comedia romántica, no sabemos qué lo sea.