En el universo de Harry Potter, los secretos abundan tanto en la narrativa como fuera de ella. Uno de los más sorprendentes y ocultos se encuentra, curiosamente, en los créditos finales de El prisionero de Azkaban. Allí, en un rincón discreto del Mapa del Merodeador, dos pares de huellas parecen estar en pleno momento íntimo, un detalle que ha pasado desapercibido para la mayoría del público, pero no para los fans más atentos. ¿Se trata de una escena de sexo escondida? No exactamente, pero la historia detrás del guiño es tan curiosa como reveladora.
El Mapa del Merodeador, que muestra la ubicación de cada persona en Hogwarts a través de diminutos pasos en movimiento, fue utilizado como base para una secuencia de créditos finales inusualmente creativa. En ella, las pisadas se deslizan por los pasillos de la escuela mientras los nombres del equipo técnico van apareciendo. Pero en una esquina del mapa, hacia el final de los créditos, dos conjuntos de pies se mueven de una manera tan peculiar que muchos han interpretado la escena como un encuentro amoroso entre estudiantes.
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La travesura subida de tono en ‘El prisionero de Azkaban’ de Alfonso Cuarón
Este momento “escandaloso” fue diseñado por Rus Wetherell, encargado de crear toda la secuencia de pasos para los créditos. Según explicó a The Huffington Post, las huellas no representan a ningún personaje en particular. Fue un gesto de humor: una especie de “detrás del cobertizo de bicicletas”, como él mismo lo describe. Aunque algunos fans quisieron relacionarlo con un beso entre Harry (Daniel Radcliffe) y Cho Chang (Katie Leung) que no ocurre sino hasta La orden del fénix, la quinta película de la franquicia), la intención nunca fue provocar polémica, sino simplemente añadir un toque divertido para los adultos.
Alfonso Cuarón, director de la película, no solo aprobó el detalle sino que, al verlo por primera vez, estalló en carcajadas. Fue precisamente esa reacción la que convenció a Wetherell de dejar las huellas tal como estaban. Aunque había considerado hacer algo más evidente con los pasos, el director de Y tu mamá también le pidió que lo dejara sutil. “Solo era una broma ligera, para hacer sonreír a la gente”, aseguró Wetherell. Y así, un breve “abrazo” entre pisadas se convirtió en uno de los momentos más insólitos jamás incluidos en una película infantil.
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Más allá del famoso “abrazo”, la secuencia está repleta de guiños que solo los más observadores han detectado. Desde huellas que se transforman en patas de animales, hasta pequeñas explosiones simulando una tienda de bombas fétidas, el mapa de los créditos es una mina de detalles escondidos. Incluso en los muros del mapa, escritos en latín, Wetherell ocultó nombres y créditos que no lograron aparecer formalmente en la lista final, incluyendo el suyo propio, ya que su empresa no permitía figurar en los títulos.
La experiencia de trabajar con Cuarón marcó un antes y un después para Wetherell. Aunque el proyecto lo dejó exhausto, también le abrió puertas a futuras colaboraciones, como en Niños del hombre. Hoy, más de una década después, guarda con orgullo el carrete original con la versión final que mostró al director. Su mayor satisfacción: saber que la televisión suele emitir la película hasta el final, obligando a que se vea su secuencia.
