Antes de ser una de las personalidades más influyentes de Hollywood, George Clooney se consolidó como un actor versátil capaz de asumir desde personajes atormentados hasta encantadores líderes de equipo. Su paso por el drama bélico La delgada línea roja, la conmovedora Los descendientes, la inetnsa Ocean’s Eleven y la satírica ¡Salve, César! lo evidenciaron como alguien con talento para elegir proyectos ambiciosos.
Además de actuar, el protagonista de Operación monumento también ha construido una carrera como director, productor y activista. Clooney ha buscado siempre nuevos retos, explorando desde el thriller político en Money Monster hasta el drama social en Buenas noches y buena suerte. Pero en 2018, el actor sorprendió al mundo entero: sin haber estrenado una sola película ese año, fue el intérprete mejor pagado de Hollywood. ¿La razón? Un negocio que no tenía que ver con la industria del cine, sino con una marca de tequila.
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El actor, reconocido también por dirigir películas como Confesiones de una mente peligrosa y Suburbicon, fundó Casamigos en 2013 junto a sus amigos Rande Gerber, empresario y esposo de Cindy Crawford, y Mike Meldman, desarrollador inmobiliario. Lo curioso es que la idea no surgió como un plan de negocios, sino como una solución a un deseo personal. Durante sus vacaciones en México, donde compartían propiedades de descanso diseñadas por Meldman, Clooney y Gerber notaron que no encontraban un tequila que realmente disfrutaran. Algunos eran demasiado fuertes, otros muy costosos, y ninguno lograba un equilibrio ideal.
Fue entonces cuando Clooney propuso una idea sencilla pero decisiva: crear su propio tequila. No para venderlo, sino para poder disfrutarlo entre amigos, durante largas comidas o noches de charla, sin preocuparse por resacas ni sabores demasiado intensos. Lo que empezó como un capricho se transformó rápidamente en una misión: desarrollar el tequila perfecto, uno que pudieran beber todo el día, solo o con hielo, y que representara su estilo de vida relajado y elegante.
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El tequila perfecto para George Clooney y sus amigos (y luego para el mundo)
Durante dos años, los socios trabajaron con destiladores expertos, catando más de 700 muestras hasta encontrar la receta exacta. Casamigos nació oficialmente con la idea de compartir un tequila ultra suave, producido con agave azul Weber y elaborado con métodos artesanales como la cocción en hornos de ladrillo. El nombre, que significa “casa de amigos”, reflejaba el espíritu de comunidad que dio origen a todo el proyecto. En un inicio, Casamigos era solo para consumo privado, pero la demanda entre sus conocidos fue tan alta que pronto se vieron obligados a regularizar su producción.
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El punto de quiebre llegó cuando comenzaron a importar tantas botellas para sus fiestas que su destilador les advirtió que necesitaban una licencia. En ese momento el trío comprendió que lo que tenían entre manos era más grande de lo que habían imaginado. Casamigos se lanzó al mercado como una marca de tequila premium en pequeños lotes, y gracias al boca a boca —más que a campañas publicitarias— logró posicionarse rápidamente. En apenas dos años, la marca duplicaba sus ventas anualmente.
En 2017, llegó la validación definitiva: la multinacional Diageo compró Casamigos por mil millones de dólares, pagando inicialmente 700 millones, con la promesa de otros 300 millones si se cumplían ciertas metas de rendimiento en la siguiente década. Esta transacción convirtió al actor de Pasaje al paraíso y Wolfs en un empresario multimillonario, al tiempo que mantenía su imagen de estrella accesible. Aun después de la venta, Clooney y sus socios siguieron involucrados, catando cada lote y manteniendo los estándares de calidad que habían definido desde el primer día.