La nueva entrega de la exitosa franquicia de Jurassic World, Jurassic World: Renace, llegó un nuevo depredador que emergió para cambiar por completo las reglas del juego. Se trata del el D-Rex (Distortus rex), que es una criatura mutante producto de los errores del pasado jurásico. Además no solo representa una amenaza física, sino también ética al revelar los excesos de la manipulación genética por parte de InGen. Su presencia dentro de la saga busca regresar al horror más puro dentro de este universo.
El D‑Rex fue concebido como parte de antiguos experimentos secretos llevados a cabo en los años 80, y según los archivos de BioSyn, se trata de un híbrido creado con ADN de tiranosaurio y múltiples especies, pero alterado por una sobredosis de material genético anfibio, que le provocaron mutaciones severas. Su nombre, Distortus rex, hace alusión directa a su apariencia: un cuerpo deformado, bestial y completamente fuera del control humano.
Con una altura de casi ocho metros y un cuerpo de seis extremidades -cuatro brazos y dos patas-, el D‑Rex resulta asombroso porque también combina rasgos de varias criaturas; tiene una cabeza desproporcionada, piel viscosa y una mandíbula que puede abrirse en ángulos antinaturales. Su diseño visual ha sido comparado con el de monstruos de ciencia ficción como el xenomorfo de Alien o el Rancor de Star Wars, por su estética grotesca y perturbadora.
En la película, el D‑Rex escapa de una instalación subterránea y desata el caos en una misión de rescate liderada por la científica Zora Bennett (Scarlett Johansson). Además, la criatura derriba un helicóptero, ataca sin piedad a los sobrevivientes y protagoniza una batalla final inolvidable en la selva contra un Spinosaurus. Este enfrentamiento no solo es visualmente impactante, sino que simboliza el choque entre la naturaleza prehistórica y la aberración científica.
Universal Pictures
Aunque su aspecto es temible, la criatura también despierta cierta compasión por el sufrimiento que vivió. Y precisamente esa era la intención de mostrarlo en la pantalla, ya que así los creadores de la película hicieron posible la intención de mostrar a un animal que sufre, pero es rechazado por su propia existencia. A diferencia de otros depredadores, el D‑Rex no fue creado como arma sino que es el resultado de una cadena de errores humanos.
Con este nuevo dinosaurio, Jurassic World: Rebirth explora temas más oscuros y emocionales, siendo tanto el enemigo a vencer como una advertencia viviente sobre los peligros de jugar con la vida.