El cine mexicano posee distintas etapas a lo largo de su historia, en las que partimos del esplendor de la Época de Oro hasta las nuevas generaciones que han conquistado tanto festivales internacionales como el gusto del público. Además, en este renacer del cine nacional hay dos nombres se han convertido en figuras clave dentro del cine, llevando sus tramas, propuestas e ingenio más allá de las fronteras. Estos son Gael García Bernal y Diego Luna quienes no solo han brillado como actores, sino que también han incursionado en la dirección, producción y gestión cultural, contribuyendo al crecimiento de la industria cinematográfica en México.
Por su parte, Gael García Bernal, originario de Guadalajara, es reconocido mundialmente por su talento camaleónico y su participación en cintas como Amores perros, Y tu mamá también y Diarios de motocicleta, mientras que Diego Luna -nacido en la Ciudad de México- ha combinado su carrera actoral con un compromiso social y político muy marcado, siendo recordado por películas como Frida, Milk, Rogue One, Andor y por ser fundador de la productora Canana. Ambos son amigos desde la infancia y han formado uno de los dúos más queridos del cine latinoamericano.
La primera vez que compartieron pantalla fue en Y tu mamá también, dirigida por Alfonso Cuarón, y estrenada en 2001. Esta cinta fue un parteaguas tanto en sus carreras como en la visibilidad del cine mexicano a nivel internacional. Su química en pantalla y su capacidad actoral los convirtieron en referentes de una nueva generación de actores mexicanos que lograron posicionarse en Hollywood sin perder su identidad.
Pantelion films
Sin embargo, dentro de sus extensas trayectorias, existe una película poco conocida en la que ambos participaron y que muestra su versatilidad y sentido del humor: su nombre es Casa de mi padre y fue estrenada en 2011 como una sátira que parodia los clichés del cine mexicano de narcos y melodramas, y fue protagonizada por Will Ferrell, quien interpreta su papel completamente en español, lo que le añade un toque aún más absurdo y cómico al proyecto.
En Casa de mi padre, Gael García Bernal interpreta al villano Onza, un narcotraficante extravagante y despiadado, mientras que Diego Luna da vida a su hermano, otro criminal con aspiraciones políticas. La película, dirigida por Matt Piedmont, fue pensada como una especie de “telenovela western”, con un estilo visual intencionalmente exagerado y actuaciones deliberadamente melodramáticas, todo con el propósito de reírse de los estereotipos sobre México que se ven en muchas películas de Hollywood.
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Aunque no fue un éxito taquillero -ni tuvo tanta difusión como otras películas de ambos actores-, su presupuesto de 6 millones de dólares le permitieron ser una curiosidad dentro de las filmografías de García Bernal y Luna, mientras que la trama gira en torno a una apuesta arriesgada y divertida que demuestra la disposición la importancia del humor en el cine mexicano contemporáneo.