Sean Connery fue, sin duda, una de las figuras más icónicas de Hollywood. Su nombre quedó grabado para siempre como el James Bond definitivo, interpretando al agente 007 en títulos inolvidables como El satánico Dr. No, 007 contra Goldfinger y Desde Rusia con amor. A lo largo de su carrera, Connery demostró un carisma y presencia inigualables, lo que le permitió alternar entre aventuras de espionaje, thrillers y dramas históricos, siempre con un magnetismo que lo consolidó como leyenda.
Tras su etapa como Bond, Connery exploró registros muy variados en producciones emblemáticas. Destacan su premiada actuación en Los intocables, que le valió un Oscar, su papel protagónico en Indiana Jones y la última cruzada, donde dio vida al carismático padre del arqueólogo, y el filme medieval El nombre de la rosa, en el que encarnó al sagaz monje Guillermo de Baskerville. A finales de los 90 e inicios de los 2000, parecía que su legado estaba asegurado y que aún tenía por delante proyectos ambiciosos. Sin embargo, un último paso en falso cambiaría su destino.
La ambiciosa y desastrosa película de Sean Connery que silenció para siempre a su director
Ese traspié llegó con La liga extraordinaria, estrenada en 2003 y hoy disponible en Disney+. Concebida como una mezcla de ciencia ficción y superhéroes al estilo victoriano, la película parecía tenerlo todo para triunfar: un elenco liderado por Connery, un despliegue de efectos visuales y un concepto basado en el aclamado cómic de Alan Moore. La idea reunía a figuras clásicas de la literatura (como Allan Quatermain, el Capitán Nemo, Mina Harker, el Hombre Invisible y el Dr. Jekyll) en una suerte de “Avengers” decimonónicos. Sobre el papel, era el proyecto perfecto para inaugurar una franquicia de aventuras.
Twentieth Century Fox
Pero la realidad fue muy distinta. La producción estuvo plagada de problemas, desde inundaciones en Praga que retrasaron el rodaje hasta tensiones constantes entre Connery y el director Stephen Norrington, conocido por haber dirigido Blade: Cazador de vampiros. Connery llegó a describir la experiencia como “una pesadilla”, mientras que Norrington, frustrado por el caos y las presiones del estudio, decidió que nunca volvería a dirigir. Para ambos, esta película sería la última de sus carreras.
En pantalla, La liga extraordinaria no logró encontrar su identidad. El filme intentaba ser oscuro y épico, pero ofrecía secuencias absurdas como un automóvil gigantesco recorriendo los estrechos canales de Venecia, villanos caricaturescos y un guion que jamás profundizaba en los conflictos de los personajes. En lugar de la complejidad moral de los cómics, la película entregó héroes planos, diálogos llenos de exposiciones forzadas y un desfile de efectos digitales que no envejecieron bien.
Twentieth Century Fox
El público tampoco respondió como se esperaba. Aunque la película recaudó 179 millones de dólares sobre un presupuesto de 78 millones, su paso por la taquilla fue tibio y la crítica la destrozó por su tono confuso y su ejecución torpe. Los planes de una saga se desmoronaron de inmediato. Alan Moore, famoso por renegar de las adaptaciones de sus obras, se desentendió por completo del proyecto antes incluso de su estreno.
El mayor impacto fue en sus protagonistas. Connery, decepcionado por la experiencia, optó por retirarse definitivamente de la actuación, cerrando su carrera con un título que él mismo consideraba un error. Stephen Norrington cumplió su palabra y jamás volvió a ponerse detrás de una cámara, quedando La liga extraordinaria como su epílogo en el cine.