A lo largo de la historia del cine, las criaturas mitológicas y folclóricas han servido como fuente inagotable de inspiración para el terror y la fantasía. Películas como El laberinto del fauno de Guillermo del Toro, Krampus de Michael Dougherty o La bruja de Robert Eggers, han demostrado que estas figuras arcaicas poseen una vigencia que conecta con los miedos más profundos de las audiencias. Desde los bosques encantados hasta las aguas misteriosas, estas entidades funcionan como metáforas del deseo, la represión o el miedo a lo desconocido.
En otras latitudes también se han retomado mitos y leyendas para narrar el horror. El aro llevó al cine la tradición japonesa de los espíritus vengativos, mientras que El hombre lobo consolidó a la criatura como ícono universal del cine fantástico. Incluso propuestas contemporáneas como The Babadook de Jennifer Kent han demostrado que el folclore, reinterpretado desde lo psicológico, puede seguir generando relatos poderosos. En este marco, el cine mexicano contemporáneo también ha encontrado en sus leyendas ancestrales un terreno fértil para crear historias aterradoras.
Edgar Nito revive el folclore mexicano en ‘Un cuento de pescadores’, disponible en Prime Video
Un ejemplo destacado es Un cuento de pescadores, dirigida por Edgar Nito, que actualmente se encuentra en el top 10 de Prime Video. La película retoma la figura de La Miringua, un espíritu perteneciente a la tradición purépecha de la región lacustre de Michoacán, particularmente en Pátzcuaro. Según la leyenda, esta entidad adopta la forma de una mujer para seducir a los pescadores y arrastrarlos hacia las profundidades del lago.
Pirotecnia Films
La película abre con una imagen inquietante: La Miringua devorando las entrañas de un animal bajo la penumbra del crepúsculo. Su piel blanca, sus cabellos del mismo tono y sus ojos completamente negros remiten a una criatura sobrenatural, un ser que habita entre lo humano y lo espectral. Desde esa primera escena, Nito establece el tono de un relato donde lo cotidiano y lo mítico se entrelazan para exponer los miedos y deseos de una comunidad aislada.
La historia no se limita al mito en sí, sino que incorpora las dinámicas sociales de un pequeño pueblo de pescadores. Celos, rivalidades y amores prohibidos atraviesan la trama, que poco a poco se ve desestabilizada por la presencia de la criatura. Así, la película funciona como un drama coral donde cada personaje se ve arrastrado hacia su propio destino trágico.
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La Miringua, el ser mitológico que protagoniza ‘Un cuento de pescadores’
Uno de los mayores logros de la cinta es su estética naturalista. Edgar Nito, que previamente había dirigido Huachicolero, filmó con luz natural y un aspecto visual clásico que aporta intimidad a las escenas románticas y realismo a las de terror. Esta elección permite que los momentos de violencia y horror resulten aún más impactantes, ya que irrumpen en un mundo que parece real y cercano, intensificando la sensación de amenaza.
La representación de la violencia, íntima y devastadora, se siente inevitable y profundamente trágica, dejando en el espectador un eco de desolación. Más que un simple relato de terror, la película se convierte en una reflexión sobre el deseo, la culpa y la capacidad autodestructiva de las comunidades humanas. En última instancia, Un cuento de pescadores demuestra que el cine mexicano puede dialogar con sus propias raíces míticas con la intención de emocionar y estremecer.