Guillermo del Toro es alguien que nunca deja de sorprender al público y a la crítica. Después de conquistar a todos con Pinocho en Netflix, y ganar un Oscar a Mejor película animada, ahora ha vuelto a la conversación con Frankenstein, un ambicioso proyecto donde reunió a Jacob Elordi, Mia Goth y Oscar Isaac en un mismo lugar. Con la historia que siempre quiso hacer, el cineasta tapatío reafirma una vez más su lugar como uno de los directores más influyentes de nuestro tiempo.
Pero detrás de sus historias llenas de monstruos, melancolía y belleza, Del Toro siempre ha sido un cinéfilo apasionado, alguien que no solo crea, sino que también defiende al cine como arte. En varias entrevistas ha confesado que muchas de sus inspiraciones provienen de películas poco conocidas, algunas tan controvertidas que incluso fueron censuradas. Y una de ellas, a la que le guarda especial respeto, es un filme de principios de los 70 que levantó polémica en todo el mundo.
Una película que desafió todo
Se trata de Los demonios, dirigida por Ken Russell en 1971. La película fue calificada como obscena, prohibida en múltiples países y recortada hasta el cansancio. Sin embargo, Del Toro la ha defendido con fuerza, asegurando que su censura fue injusta y que, lejos de ser una simple provocación, es una obra maestra incómoda y necesaria.
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Estrenada hace 54 años, Los demonios se basaba en hechos históricos ocurridos en la ciudad francesa de Loudun durante el siglo XVII, cuando una ola de histeria colectiva llevó a acusaciones de brujería, posesiones demoníacas y juicios inquisitoriales. Ken Russell tomó esa historia real y la transformó en un relato visualmente impactante y brutalmente honesto sobre religión, poder y represión sexual.
El resultado fue tan incómodo que las autoridades no supieron qué hacer con ella. La cinta mostraba monjas en éxtasis religioso con tintes eróticos, figuras de autoridad abusando de su poder y escenas que desafiaban directamente a la Iglesia católica. En algunos países fue vetada por completo, en otros se proyectó con múltiples cortes, y muy pocas veces se ha visto la versión íntegra como el director la concibió.
La defensa de Guillermo del Toro
Décadas después, en 2014, Guillermo del Toro expresó públicamente su descontento con la manera en que Los demonios fue tratada. Para él, censurarla fue un error histórico, porque más allá de sus imágenes provocadoras, se trata de una película que analiza con inteligencia los peligros de la intolerancia y el fanatismo.
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En palabras del cineasta mexicano, la obra de Ken Russell no es sólo provocación, sino que es un espejo incómodo que nos recuerda hasta dónde pueden llegar las instituciones cuando mezclan poder, represión y miedo. Su defensa no pasó desapercibida entre cinéfilos, que vieron en Del Toro a un aliado para rescatar del olvido una de las películas más radicales de los años 70.
Lo que hace tan especial a Los demonios es que, a pesar de su clasificación X, no busca ser pornografía ni mero escándalo. Su fuerza está en la forma en que Russell utilizó lo grotesco para desnudar la hipocresía de la época. El diseño de producción, los vestuarios, la intensidad de las actuaciones, y la mezcla de lo sagrado con lo profano crearon un espectáculo visual que, para muchos, sigue siendo insuperable.
