Hay películas que son un rompecabezas que, aunque te provoquen dolor de cabeza, no puedes dejar de verlas. Cuando hablamos de historias que indudablemente te harán dudar de todo alrededor de ti, suelen venir a la mente títulos como El club de la pelea, Cisne negro o El sexto sentido. Todas comparten esa capacidad de dejarte pegado a la pantalla con los ojos bien abiertos, esperando el momento de la sorpresa.
Pero entre la gran variedad de thrillers con giros inesperados, se encuentra una película que juega en una liga muy especial. Esta obra no sólo desafía al espectador, sino que también lo arrastra a un terreno donde la memoria, la percepción y la verdad se vuelven imposibles de separar. Esta cinta logrará engancharte desde el primer minuto te mantendrá atrapado hasta los créditos y, lo mejor, es que te obligará a seguir pensando en ella incluso al día siguiente.
El origen de una genialidad
Esa película es Amnesia, dirigida por un joven Christopher Nolan en el año 2000, mucho antes de convertirse en el cineasta de mega producciones como El Origen, Interestelar y la trilogía de El Caballero de la Noche. Y lo más curioso de Amnesia es que no nació como un proyecto gigantesco, sino como una apuesta casi experimental.
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Basada en un cuento escrito por Jonathan Nolan, hermano del director, la película se centra en la vida de Leonard Shelby, un hombre que sufre de amnesia anterógrada. Su condición no le petmite generar nuevos recuerdos. El no poder retener nada de lo que pasa después de unos minutos se convierte en el infierno en el que vive el protagonista.
Pero Nolan no se conformó con eso, sino que decidió romper todas las reglas y presentarla una historia contada al revés. Todos los hechos se narran en orden inverso, lo que significa que el espectador experimenta la misma confusión que Leonard. Cada escena te deja con más preguntas que respuestas, y solo al final, que en realidad es el principio, logras comprender la magnitud del rompecabezas.
Una experiencia que descoloca y fascina
La magia de Amnesia no está únicamente en su guion innovador, sino en la forma en que logra meterte en la piel del protagonista. Leonard (interpretado por Guy Pearce) vive con la obsesión de encontrar al asesino de su esposa, pero su condición lo obliga a depender de notas, tatuajes y fotos instantáneas para recordar lo esencial. El espectador se convierte en cómplice de su investigación, pero también en víctima de su confusión.
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¿Quién dice la verdad? ¿Qué recuerdos son confiables? ¿Hasta qué punto podemos fiarnos de lo que vemos? Son preguntas que surgen constantemente durante la proyección y que Nolan, con toda la intención, nunca responde de forma sencilla. Lo impresionante es que, a pesar de su complejidad, la película nunca resulta aburrida. Al contrario, cada minuto es un reto, un misterio por resolver, una pieza más del rompecabezas que quieres descubrir.