Considerada una de las mejores películas bélicas de la historia del cine, ganó siete premios Oscar: creó un punto de inflexión que revolucionó el género
Sergio Negrete
Sergio Negrete
-Redactor
Mi infancia estuvo repleta de películas de Disney en VHS. Bien podría ser un personaje de 'El diario de Bridget Jones', 'Fleabag' o 'Parks and Recreation'

Si este fin de semana buscas una experiencia cinematográfica que combine espectáculo, reflexión y actuaciones memorables, dale una oportunidad a este clásico del cine bélico. No por nada obtuvo 7 Premios Oscar.

Cuando hablamos de cine bélico, la mente suele irse directo a escenas con explosiones, batallas sangrientas y héroes con discursos épicos. Pero no todas las películas del género, como Salvando al soldado Ryan, La lista de Schindler y Sin novedad en el frente, se construyen sobre esa base. Hubo una cinta que rompió los moldes de su tiempo, mostrando que la guerra no solo se pelea con armas, sino también con ideales, tensiones psicológicas y dilemas morales imposibles de ignorar.

Lo curioso es que este clásico no solo marcó una época, sino que también arrasó en la temporada de premios. Siete estatuillas doradas en los Oscar son el reflejo de su impacto, incluido el reconocimiento a Mejor Película y Mejor Director. Y más allá de las cifras, logró algo que pocas producciones consiguen: convertirse en un referente obligatorio cada vez que se habla de cine de guerra.

El puente sobre el Río Kwai
El puente sobre el Río Kwai
Fecha de estreno 28 de febrero de 1963 | 2h 41min
Dirigida por David Lean
Con Alec Guinness, William Holden, Jack Hawkins
Medios
5,0
Usuarios
3,1
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Más que una película de guerra

Basada en la novela de Pierre Boulle, El puente sobre el río Kwai es una cinta que revolucionó la manera de contar conflictos bélicos en la pantalla grande. La historia nos traslada a un campo de prisioneros en plena Segunda Guerra Mundial, donde soldados británicos capturados por el ejército japonés son obligados a construir un puente ferroviario en Tailandia. Lo que podría sonar como un relato más de prisioneros y verdugos, se transforma en una batalla de voluntades, honor y obsesión.

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El coronel Nicholson, interpretado magistralmente por Alec Guinness, se convierte en el alma de la película. Su férrea disciplina y su idea de mantener la moral de sus hombres lo llevan a aceptar el reto de construir el puente, pero con la intención de demostrar la superioridad británica frente a sus captores. Ese choque de orgullo militar, disciplina y sentido del deber se convierte en el verdadero campo de batalla de la historia.

Un punto de inflexión en el género

En los años 50, el cine de guerra estaba acostumbrado a retratar héroes invencibles y combates espectaculares. Pero el cineasta David Lean decidió darle un giro, enfocándose en los dilemas éticos de sus personajes, respondiendo cuestionamientos como en qué punto el honor y el deber justifican colaborar con el enemigo, y dónde termina la lealtad y comienza la locura.

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Los premios confirman su grandeza: siete Oscar, entre ellos Mejor Película, Mejor Director, Mejor Actor para Guinness) y Mejor Guion Adaptado. Para la época, fue un reconocimiento enorme a una producción que se arriesgó a contar la guerra desde un ángulo diferente.

El legado que dejó

Han pasado más de seis décadas desde su estreno, pero la influencia de El puente sobre el río Kwai sigue intacta. Su manera de retratar la guerra como un conflicto moral abrió camino para otras producciones que se atrevieron a cuestionar la gloria bélica, como Apocalipsis Ahora, Pelotón o La delgada línea roja.

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El puente sobre el río Kwai no es solo una película de guerra: es una meditación sobre la naturaleza del honor, la obsesión y la fragilidad humana. Ganó siete premios Oscar, cambió la manera en que se hacían las películas del género y, lo más importante, sigue siendo relevante más de medio siglo después.

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