La ciencia ficción siempre ha sido un espejo del presente. Desde los sueños imposibles de Interestelar, las ideas de Blade Runner 2049, hasta la angustia existencial de Ex Machina, el género ha pasado de mostrar naves y robots a hacernos preguntas más incómodas, como qué significa ser humano, cómo nos comunicamos, o qué pasaría si el tiempo no fuera lo que creemos.
En los últimos años, el cine nos ha regalado historias que mezclan lo espectacular con lo profundamente emocional. Her, por ejemplo, nos hizo llorar con una inteligencia artificial, mientras que Ad Astra nos llevó a los rincones más solitarios del cosmos para hablar de los vínculos entre padres e hijos. Pero hay una película que logró algo todavía más poderoso: convertir el primer contacto con vida extraterrestre en una reflexión sobre la vida, la pérdida y el lenguaje.
Una historia sobre el tiempo, el amor y la comunicación
Se trata de La llegada, dirigida por Denis Villeneuve, el mismo detrás de Duna y Blade Runner 2049. A primera vista, parece otra película sobre alienígenas y científicos intentando salvar al mundo, pero no. Lo que Villeneuve propone aquí es algo completamente distinto: una historia íntima, pausada, que combina lo cósmico con lo profundamente humano.
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Todo empieza cuando un par de naves espaciales gigantes aterrizan en distintos puntos del planeta. Nadie sabe si vienen en son de paz o si estamos al borde de una invasión. Para entender su propósito, el ejército recurre a Louise Banks, una lingüista interpretada magistralmente por Amy Adams, y a Ian Donnelly, un físico interpretado por Jeremy Renner. Su misión: comunicarse con los visitantes y descifrar su lenguaje.
Pero lo que Louise descubre va mucho más allá de las palabras. A medida que se adentra en la forma de comunicación de los extraterrestres, empieza a percibir el tiempo de una manera diferente. Pasado, presente y futuro se entrelazan en una experiencia tan hermosa como devastadora.
Amy Adams, el corazón de la historia
La actuación de Amy Adams es una de las más emotivas de su carrera. Con pocas palabras, logra transmitir la carga emocional de una mujer que intenta entender un mensaje que podría cambiar el destino de la humanidad y el suyo propio.
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Su interpretación está llena de silencios significativos, miradas perdidas y gestos mínimos que dicen más que cualquier diálogo. En La llegada, la ciencia ficción se convierte en un vehículo para hablar de algo mucho más universal: el amor, el duelo y las decisiones que definen quiénes somos.
Una joya escondida en Netflix
En un catálogo lleno de acción, fantasía y efectos visuales, La llegada destaca por su inteligencia emocional. No busca deslumbrar, sino conectar. Es una película que se queda contigo, que se asienta despacio y te obliga a pensar en el tiempo, la pérdida y la belleza de entender al otro.
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Así que si en estos días quieres ver algo diferente, algo que te haga sentir y no solo mirar, dale una oportunidad a La llegada. No sólo es una de las mejores películas de ciencia ficción del siglo XXI, es una de esas historias que te cambian, silenciosamente, sin que te des cuenta.