Hay películas de terror que te hacen saltar del asiento, y luego están esas otras, más peligrosas, que no gritan sino que se quedan ahí en tu cabeza y te acompañan durante días, incluso cuando crees que ya las olvidaste. Cintas como El resplandor, Midsommar, El exorcista o El Babadook pertenecen a esa categoría: el terror que duele más de lo que te asusta.
En este rubro están todas esas historias que te hacen pensar en la familia, la pérdida, la culpa, y en lo que pasa cuando las cosas que amamos se rompen desde adentro. Y en ese grupo selecto de relatos muy oscuros y perturbadores se encuentra una película que se alza como la más inquietante de todas: El legado del diablo. ¿Lo mejor? Está disponible tanto en Netflix como en Prime Video.
La familia más perturbadora del cine moderno
Estrenada en 2018, El legado del diablo marcó el debut del director Ari Aster, un cineasta que redefinió el terror contemporáneo. Lejos de los sustos fáciles o los clichés, Aster construyó un relato sobre el dolor, la herencia emocional y los secretos familiares que se vuelven imposibles de enterrar.
La historia sigue a Annie Graham (interpretada por Toni Collette), una madre que intenta recomponer su vida tras la muerte de su madre. Pero algo en la casa, y en la familia misma, empieza a romperse. Sombras, sonidos y visiones, nada parece tener sentido, hasta que todo encaja en la forma más aterradora posible.
Junto a su esposo Steve (Gabriel Byrne) y sus hijos, Peter (Alex Wolff) y Charlie (Milly Shapiro), Annie se adentra en una espiral de culpa y locura que va mucho más allá de los fantasmas. Porque en El legado del diablo, el verdadero horror no viene de fuera, sino de la sangre.
Toni Collette: una actuación que da miedo de lo buena que es
Si hay algo que convirtió a El legado del diablo en un clásico instantáneo, fue la actuación de Toni Collette. Su interpretación de Annie es una de las más intensas y desgarradoras que se han visto en el cine de terror.
The New York Times
No sólo actúa el miedo: lo transmite. Cada gesto, cada grito, cada silencio suyo se siente tan real que uno no sabe si mirar o apartar la vista.
Hay escenas, como la del comedor o el funeral, que se han vuelto míticas, no por el susto, sino por la incomodidad emocional que generan. Y eso es justo lo que hace que El legado del diablo sea tan devastadora: te rompe el alma antes de asustarte.
No es solo terror, es duelo
Ari Aster logra algo que pocos directores consiguen: usa el terror como excusa para hablar del dolor más humano posible. La película funciona como una metáfora del duelo, la culpa y los secretos familiares que pasan de generación en generación.
Cada mirada entre los personajes, los objetos en el fondo del cuadro y los símbolo en las paredes tienen un peso. Nada está puesto por casualidad. Y cuando finalmente entiendes lo que está pasando, ya es demasiado tarde: estás atrapado en una historia que no te suelta.