A lo largo de la historia del cine, el encuentro entre la humanidad y los visitantes de otros mundos ha sido un motivo recurrente, capaz de despertar tanto fascinación como temor. Desde los destructivos alienígenas de La guerra de los mundos de Steven Spielberg hasta las invasiones de Día de la independencia de Roland Emmerich, Hollywood ha explorado el miedo a lo desconocido a través de espectaculares escenas de acción y caos apocalíptico.
En casos como el 2001: Una odisea del espacio y Solaris, el cine también ha ofrecido lecturas más filosóficas y contemplativas, en las que el contacto con seres de otro planeta se convierte en una metáfora sobre la comunicación, la empatía y la propia condición humana. A esta tradición pertenece La llegada, una de las obras más profundas y sensibles de la ciencia ficción contemporánea.
‘La llegada’ de Denis Villeneuve: una historia sobre lenguaje y empatía
En este filme, disponible en HBO Max, doce naves extraterrestres aparecen misteriosamente en distintas partes del mundo. En una base militar en Montana, la lingüista Louise Banks (Amy Adams) y el científico Ian Donnelly (Jeremy Renner) son reclutados por el ejército estadounidense para establecer comunicación con los visitantes. Pero a diferencia de otros filmes del género, el cineasta Denis Villeneuve abandona la grandilocuencia de las batallas espaciales para construir un relato íntimo, poético y profundamente humano
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El guion, escrito por Eric Heisserer y basado en la obra literaria Story of Your Life de Ted Chiang, gira en torno a una idea fascinante: el lenguaje no solo comunica, sino que también moldea la forma en que percibimos el tiempo y la realidad. Los alienígenas de La llegada (gigantes heptápodos envueltos en neblina) utilizan un sistema de escritura circular, sin principio ni fin, que altera la percepción temporal de Louise. Al aprender su idioma, la protagonista comienza a experimentar el tiempo de manera no lineal, recordando y anticipando momentos de su vida como si coexistieran simultáneamente.
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El día que los extraterrestres enseñaron a los humanos el verdadero significado del tiempo
Villeneuve aprovecha esta premisa para tejer una reflexión sobre la memoria, el amor y la pérdida. A través del aprendizaje del nuevo lenguaje, Louise reconfigura su manera de comprender el mundo y, con ello, su propio destino. Su vulnerabilidad emocional, marcada por una tragedia personal, se convierte en el vehículo de su conexión con los visitantes. En ese sentido, La llegada dialoga directamente con Interestelar de Christopher Nolan, otra obra que plantea que el amor y la empatía son fuerzas tan poderosas como la ciencia para trascender los límites del tiempo y el espacio.
La llegada es una película que invita a repensar nuestra relación con el otro. En lugar de retratar a los extraterrestres como enemigos, los presenta como espejos de nuestra propia humanidad. El filme sugiere que la verdadera evolución no está en dominar otras especies o conquistar el cosmos, sino en aprender a comunicarnos desde la empatía, la humildad y la comprensión mutua. Su mensaje, más relevante que nunca en un mundo marcado por la incomunicación y la fragmentación, resuena mucho después de los créditos finales.