Steven Spielberg inició la preproducción de Encuentros cercanos del tercer tipo decidido a evitar los infiernos logísticos que casi lo destruyeron durante Tiburón. Ya no habría un océano traicionero ni un rodaje que amenazara con despedirlo a diario. Aun así, su ambición creativa convertiría esta nueva película en un desafío igual de monumental, marcado por sobrecostos, retrasos y tensiones que parecían poner en jaque cada avance del proyecto.
Aunque Columbia Pictures aceptó financiar el arriesgado y costoso sueño de Spielberg, lo que comenzó como una producción de apenas 2.7 millones de dólares terminó escalando hasta casi 20 millones. La obra maestra de ciencia ficción nació entre jornadas extenuantes, un director decidido a filmarlo todo y dos figuras clave, la productora Julia Phillips y el protagonista Richard Dreyfuss, atrapados en conflictos que ponían en riesgo su carrera y el rodaje.
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La crítica al KKK que provocó una amenaza y paralizó el rodaje de ‘Encuentros cercanos del tercer tipo’
Dreyfuss, brillante pero inquieto, era un actor capaz de dar interpretaciones extraordinarias incluso bajo presión, tal como lo demostró en American Graffiti de George Lucas. Su carácter impulsivo, alimentado por un diagnóstico de trastorno bipolar, podía complicar el ambiente en el set, pero Spielberg sabía que valía la pena soportar esos altibajos para obtener una actuación que sostuviera la emoción y la humanidad de la historia.
Sin embargo, el mayor problema que provocó el actor en el rodaje no tuvo nada que ver con su desempeño, sino con su valentía. Mientras filmaban en Alabama, ofreció una entrevista a un periódico local en la que condenó abiertamente al Ku Klux Klan. Sus palabras, necesarias y directas, encendieron la ira de un miembro de esta organización extremista, quien respondió con una amenaza de muerte.
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Richard Dreyfuss: genio inquieto, talento indispensable y presencia explosiva en el set
De acuerdo con reportes de Time Magazine y Esquire, Dreyfuss tuvo que abandonar temporalmente el set de filmación para proteger su vida. Durante dos semanas, el equipo y el elenco (incluyendo a François Truffaut y Teri Garr) continuaron trabajando mientras él se refugiaba lejos de Alabama, convertido inesperadamente en objetivo de un grupo racista que históricamente ha cometido crímenes atroces contra personas afroamericanas y activistas. Su ausencia detuvo varias escenas cruciales, pero Spielberg y el equipo decidieron respaldarlo por completo.
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Esta pausa forzada no solo evidencia las tensiones sociales del sur de Estados Unidos en esa época, sino también el coraje de un actor que, a pesar de sus dificultades personales, no dudó en denunciar a una organización violenta y supremacista. Su postura, lejos de afectar su futuro profesional, terminaría convirtiéndose en una lección sobre integridad pública en la industria del cine. Con el tiempo, Dreyfuss logró superar su adicción a la cocaína y regresó con fuerza a Hollywood, alcanzando un resurgimiento en 1986 con la exitosa Cuenta conmigo.