Demasiado real para el cine: la película de Colin Farrell y Angelina Jolie que fracasó por ser en extremo fiel a la historia
Luis Fernando Galván
Desde 'El arca rusa' de Aleksander Sokurov hasta 'Museo' de Alonso Ruizpalacios, me encantan las películas que se desarrollan al interior de los museos. Como historiador del arte, me interesa explorar los vínculos que existen entre la pintura y el cine como medios de expresión visual.

Una superproducción épica prometía redefinir el cine histórico, pero su obsesión por la precisión la llevó directo al fracaso. Esta es la sorprendente historia de la película que quiso ser demasiado real y terminó pagando un precio alto.

El cine histórico y épico ha fascinado durante décadas por su capacidad de rescatar grandes figuras, batallas decisivas y mitos culturales desde una perspectiva visualmente deslumbrante. Producciones como Lawrence de Arabia de David Lean, El último emperador de Bernardo Bertolucci, Ben-Hur de William Wyler y El patriota de Roland Emmerich han demostrado que las audiencias buscan, una y otra vez, reencontrarse con el pasado a través de grandes interpretaciones, paisajes monumentales y dilemas morales que trascienden el tiempo.

Alejandro Magno
Alejandro Magno
Fecha de estreno 3 de diciembre de 2004 | 2h 50min
Dirigida por Oliver Stone
Con Colin Farrell, Angelina Jolie, Val Kilmer
Medios
2,0
Usuarios
3,0

Sin embargo, gran parte de la discusión en torno al género gira precisamente en la tensión entre fidelidad histórica y poder narrativo. Películas como Gladiador de Ridley Scott, Corazón valiente de Mel Gibson, Troya de Wolfgang Petersen y Cruzada, también de Scott, han sido celebradas por su fuerza dramática, pero criticadas por tomar amplias libertades respecto a los hechos reales. Aun así, esta flexibilidad narrativa suele funcionar en beneficio del espectáculo, permitiendo construir relatos fluidos, emocionantes y accesibles al público general.

Warner Bros.

La película histórica que fracasó por querer ser demasiado fiel a la realidad

Por eso, cuando una producción decide entregarse por completo a la exactitud histórica, corre el riesgo de perder justo aquello que convierte a una película en una experiencia cinematográfica. A partir de esta dualidad emerge el caso de Alejandro Magno, el ambicioso proyecto de Oliver Stone estrenado en 2004. Protagonizada por Colin Farrell y Angelina Jolie, y respaldada por un reparto estelar, la película parecía tener todos los elementos necesarios para triunfar: un realizador prestigioso, un periodo histórico apasionante y una figura legendaria cuya vida mezcla conquistas, tragedias y tensiones políticas.

El problema de Alejandro no radicó en la falta de investigación, sino en todo lo contrario. En lugar de tomar la historia como base para construir un relato envolvente, la película optó por reproducir minuciosamente la vida de Alejandro Magno como si se tratara de un manual académico. Cada episodio, campaña militar y conflicto interno está ahí, pero la acumulación de información convierte la narración en un recorrido exhaustivo, lento y, para muchos espectadores, poco atractivo.

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El rigor histórico de Oliver Stone: precisión militar y emoción ausente

El experto en historia militar Dan Snow destacó que la película recrea con notable precisión la Batalla de Gaugamela, desde las tácticas hasta el armamento empleado. Sin embargo, también señaló que esa misma exactitud termina volviéndose en su contra. La película intenta abarcar absolutamente todo lo que se conoce sobre el conquistador macedonio, y en ese afán pierde dirección narrativa. En lugar de construir un eje dramático claro, se convierte en una sucesión de episodios que funcionan más como fragmentos instructivos que como parte de una historia viva.

Además de la rigidez narrativa, la película enfrentó críticas en torno a su casting. Snow y otros especialistas señalaron que los actores no reflejaban la diversidad étnica propia de macedonios, griegos y persas, sino una visión occidentalizada del pasado. Esta distancia entre representación y realidad debilita el argumento de autenticidad que la película intenta sostener. Lo que en pantalla debería sentirse como un mundo antiguo legítimo termina pareciendo una recreación filtrada por convenciones estéticas modernas.

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