Hablar de giros finales en el cine es hablar, casi automáticamente, de El Sexto Sentido. La revelación que hizo M. Night Shyamalan cambió para siempre la forma en que miramos las siguientes películas. Luego vino La isla siniestra, con Martin Scorsese jugando con la percepción, la locura y la verdad hasta dejar al espectador con la cabeza hecha un nudo. Ambas son referentes absolutos cuando se trata de finales que obligan a reinterpretar todo lo anterior.
Pero hay algo curioso: cuando pensamos en "el mejor giro de la historia", casi siempre miramos hacia películas relativamente recientes. Olvidamos que el cine ya había logrado ese truco maestro mucho antes, cuando no había internet, ni spoilers, ni teorías en redes sociales. Y de hecho, un giro legendario no está en una película actual, sino. en un clásico que hoy puedes ver en Disney+.
El impacto de un final que lo cambió todo
El clásico que sigue humillando a todos es El planeta de los simios de 1968, una obra maestra de la ciencia ficción que hoy está disponible en la Casa del Ratón. Para muchos, este referente sigue teniendo el mejor giro final de la historia del cine.
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La película sigue a los astronautas Taylor, Landon y Dodge, quienes viajan en una nave espacial y permanecen en hibernación durante años. Un accidente los obliga a aterrizar en un planeta desconocido, muy similar a la Tierra, pero con una diferencia aterradora: los simios son la especie dominante y los humanos viven como animales salvajes, sometidos y esclavizados.
Lo que sigue es un descenso lento y perturbador hacia una verdad que nadie ve venir. Dodge muere, Landon es sometido a una operación que lo deja en estado catatónico y Taylor es capturado para ser juzgado. En cautiverio, convive con distintos simios, aprende su estructura social y conoce a Nova, una mujer humana con quien intenta escapar para entender qué demonios está pasando en ese mundo.
Un giro que no necesita explicación
Sin entrar en spoilers, aunque la película tiene más de medio siglo, el desenlace de El planeta de los simios es famoso por una razón muy simple: no necesita palabras. No hay narración en off, solo una imagen devastadora que conecta todas las piezas y te deja helado.
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Este clásico de 1968 no solo impactó por su final. También dio origen a una de las franquicias más longevas y complejas de la ciencia ficción. Secuelas, precuelas, reboots, reinterpretaciones modernas y más, todas nacen de esta película y de esa revelación final.
A diferencia de muchos giros modernos, aquí no hay trampa. Todo estaba ahí desde el inicio, solo que nadie lo vio venir. Y al día de hoy, ninguna ha logrado igualar el golpe emocional del original. Porque la primera vez que se descubre la verdad, no hay forma de replicar esa sensación.
