Ambientada en el Nueva York de 1977, Hunters propone una premisa explosiva: un grupo clandestino descubre que cientos de altos mandos nazis viven ocultos en Estados Unidos y que trabajan para construir un Cuarto Reich. La serie, ideada por David Weil y respaldada por Jordan Peele como productor ejecutivo, toma esta idea y la convierte en un relato de acción, memoria histórica y moralidad difusa.
Un héroe inesperado en medio del caos
En el centro del relato está Jonah (Logan Lerman), un joven judío que intenta salir adelante cuidando de su abuela, una sobreviviente del Holocausto. Su vida da un giro abrupto cuando un crimen lo conecta con la red de vigilantes encabezada por Meyer Offerman (Al Pacino), el enigmático líder de la banda de cazadores nazis. De pronto, Jonah pasa de vender cómics y marihuana a enfrentarse con criminales de guerra camuflados en la vida cotidiana estadounidense.
Hunters intenta equilibrar la denuncia histórica con la estilización pop, la sátira y la acción desbordada. El resultado, sin embargo, es irregular: la serie oscila entre la caricatura, el melodrama y la brutalidad explícita. Weil toma inspiración de obras como Bastardos sin gloria, pero sin renunciar al tono de thriller sangriento. Este choque tonal ha generado debate: algunos espectadores celebran la catarsis que ofrece, mientras que otros consideran que trivializa el horror histórico que busca denunciar.
Monkeypaw Productions
La sombra del nazismo en una historia de ficción
La serie toma elementos reales, como la existencia de cazadores de nazis en el siglo XX y programas gubernamentales como Operation Paperclip, donde Estados Unidos protegió a científicos nazis para fines militares. También incluye personajes como la agente del FBI Millie Malone, quien investiga crímenes que revelan una red neonazi oculta. Sin embargo, la representación de los villanos roza lo caricaturesco: se les muestra como criminales hipereficientes o psicópatas extravagantes, lo que a veces debilita la dimensión histórica del relato.
Con escenas que combinan tortura, ejecuciones estilizadas y flashbacks desgarradores de los campos de concentración, la serie plantea la tensión entre justicia y venganza. David Weil, cuyo vínculo familiar con sobrevivientes del Holocausto inspiró la historia, intenta mostrar que combatir el mal sin caer en sus métodos es un desafío casi imposible. Hunters lanza así una pregunta inquietante: ¿qué sucede cuando los cazadores empiezan a parecerse a los monstruos que persiguen?
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Aunque imperfecta, Hunters se atreve a mirar de frente uno de los capítulos más oscuros del siglo XX y a relacionarlo con el presente. En tiempos donde los discursos de odio resurgen en múltiples rincones del mundo, la serie resulta incómoda, excesiva y, por lo mismo, necesaria. Puede que su mezcla de géneros no siempre funcione, pero su impulso antifascista y su reflexión sobre la memoria la convierten en una obra que vale la pena discutir.