Dune: Prophecy se instaura en el vasto universo creado por Frank Herbert para explorar un pasado remoto donde se gestan las semillas de todo lo que, siglos después, dará forma a la saga encabezada por Paul Atreides. Ambientada miles de años antes de los hechos narrados en Dune y Dune: Part Two, la serie sigue el surgimiento de la Hermandad Bene Gesserit y revela cómo la manipulación política, la ingeniería genética y la lucha por el poder marcaron el destino galáctico.
Un viaje hacia el origen de las intrigas
En el centro de la historia se encuentran Valya y Tula Harkonnen, dos hermanas decididas a reconstruir el honor mancillado de su casa. Valya, guiada por las enseñanzas de Raquella Berto-Anirul (fundadora de la Hermandad), se convierte en una fuerza inquebrantable entrenando a jóvenes acólitas en el arte de detectar mentiras, manipular voluntades y moldear futuros. La serie recupera el espíritu de una institución que opera desde las sombras, interviniendo en matrimonios, linajes y decisiones imperiales para moldear el porvenir.
La trama política se enriquece cuando entra en escena la princesa Ynez Corrino, atrapada en un matrimonio concertado para fortalecer alianzas. Su madre, la emperatriz Natalya, recela profundamente del poder que las Bene Gesserit ejercen sobre el trono. En paralelo, nobles de casas rivales, embajadores, guerreros y espías orbitan en torno al Imperio, alimentando un complejo entramado de lealtades cruzadas.
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Ciencia ficción con alma política y tensión a fuego lento
Una de las críticas más recurrentes hacia la producción es la cercanía estética con las películas de Denis Villeneuve. A pesar de situarse milenios antes, los palacios, armaduras y diseños parecen demasiado modernos. Sin embargo, la serie justifica esta familiaridad al recordar que la humanidad aún se recupera de la guerra contra las máquinas pensantes, un conflicto que detuvo el progreso tecnológico durante siglos. En este contexto, las Bene Gesserit aprovechan la apatía y el estancamiento para fortalecer su influencia sobre el destino común.
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Dune: Prophecy apuesta por un enfoque más político que épico, con intensos diálogos, estrategias de poder y un mundo moralmente gris donde nadie es completamente bueno ni completamente malo. El ritmo pausado recuerda por momentos a Game of Thrones y Caprica, con intrigas de pasillos, matrimonios impuestos, conspiraciones familiares y secretos que no tardan en salir a la luz. Aunque la densidad narrativa puede intimidar, el resultado es una experiencia absorbente que recompensa a quienes disfrutan de la ciencia ficción con múltiples niveles de lectura.
El reparto destaca por la solidez de sus interpretaciones. Emily Watson aporta una imponente fuerza a Valya, mientras que Jessica Barden muestra la evolución del personaje desde su juventud. Jodhi May brilla como una emperatriz tan temida como ninguneada, y Travis Fimmel aporta misterio como un soldado que asegura haber recibido ayuda divina en la batalla. Entre espías, acólitas y guerreros, cada figura suma tensión a un tablero que se tambalea con cada movimiento.