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    Carlos Carrera nos cuenta por qué la locura en 'Ana y Bruno'

    Entrevistamos en exclusiva al director de la nueva cinta animada mexicana, en compañía de Regina Orozco y Marina de Tavira.

    Difícilmente visualizamos a Carlos Carrera director de El crímen del padre Amaro, La mujer de Benjamín y Sin remitente, como alguien interesado en la animación, sin embargo, su ópera prima fue un cortometraje stop motion que hizo a los 12 años. Como profesional ha realizado varios cortos más, este es su primer largometraje animado y pudimos notar que es un mundo que lo apasiona ahora que lo entrevistamos en compañía de Regina Orozco (la elefanta rosada Rosy) y Marina de Tavira (madre de Ana), por el estreno de Ana y Bruno.

    La historia inicia cuando el padre de Ana la deja con su madre en un extraño edificio junto al mar. Parece un hotel, pero si es así, los 'huéspedes' son muy extraños; y hay otros personajes que lo son más. Parecen salidos de un cuento de terror.

    Ana pronto se percata de que su madre no ve a Bruno, un duende verde de largas orejas, ni a Rosy la elefanta rosa, ni a un escusado parlante ni a la mano peluda, de rojas ampollas en la palma, que se arrastra como gusano. Pero un día su madre sí ve a uno: el monstruo de fuego, y entonces Ana descubre que están encerradas en un manicomio. Así que escapa, en compañía de sus amigos, para encontrar a su papá.

    Esta no es la primera vez que Carlos Carrera trata el tema de la locura en una cinta y por eso se lo preguntamos; checa su repuesta en el video. Por la misma razón también quisimos saber si había hecho Ana y Bruno pensando en los niños o si estaba dirigida a un público adulto, porque sin duda el tema es escabroso y oscuro. Pero Carrera asegura que los niños se divierten, se asustan y se ponen tristes cuando debe de ser, así que la experiencia cinematográfica está libre de traumas.

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