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    FICM 2019: ‘La paloma y el lobo’: El amor en tiempos violentos

    Carlos Lenin presenta su oscura y reflexiva ópera prima en la competencia del Festival de Morelia.

    Fue en 2013 cuando Carlos Lenin se graduó del entonces Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC) y desde ese momento su camino comenzaba a formarse como un joven e inquietante cineasta. Esta vez regresa al Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) con su ópera prima: La paloma y el lobo, por la que recibió el premio Swatch Art Piece Hotel del Festival de Locarno. Y para conocer la fuente de inspiración del joven director tuvimos una inusual entrevista dentro de un set de filmación en el corazón de la recién nombrada Escuela Nacional de Artes Cinematográficas (ENAC).

    A través de su filmografía, Lenin ha mantenido un apego natural por historias estrechamente relacionadas a las relaciones humanas, elementos naturales y la oscura realidad que actualmente se vive en distintas regiones del país: la violencia. Esto podemos verlo en La paloma y el lobo, la cual narra la vida de una pareja de clase trabajadora que debe sobreponerse al ambiente hostil que se vive en Monterrey, Nuevo León, así lo describe su director: “están ahí, en medio de este mar de violencia que suele ser el país, tratando de seguir queriéndose, de seguir amándose.”

    El cine mundial se ha encargado de mostrarnos a través de diferentes perspectivas su relación con la violencia, pero ¿cómo es que Carlos Lenin, joven nacido en el norte del país y que está a punto de estrenar su ópera prima en Morelia percibe este cruel fenómeno social?

    “Me interesa cuestionar nuestra relación con la violencia. Trato de filmarla desde el punto de vista más emocional y honesto que tengo, no me interesa verla, me interesa sentirla porque creo que en esa forma o manera aspiramos a reflexionar o a poder reflexionar acerca de estas imágenes, de estos instantes sobre todo violentos que nos rodean, que nos están transformando también como sociedad, como personas.” 

    En su primer largometraje, Lenin se encarga de crear una oscura y arrebatadora atmósfera a través de una impecable propuesta visual, de algún modo entra en la mente del espectador y con un sentido atrevido consigue arrebatar sensaciones de incomodidad e inestabilidad, tal y como lo viven sus personajes; una violencia tan particular daña el norte de México. Es complicado describir el modus operandi de Lenin, sin embargo, él fue capaz de explicarlo.

    A mí me interesa que (la violencia) sea una atmósfera, me interesa que sea un personaje de alguna manera que esté ahí siempre al tanto, amenazando con entrar a cuadro. Yo decido, dejarla fuera.

    Su primer acercamiento al mundo de nominaciones y premios cinematográficos lo obtuvo con su tesis académica en formato de cortometraje: 24º 51’ Latitud Norte, historia que logró conmover al público debido a su forma tan peculiar de narrar una historia de amistad envuelta en violencia. Este metraje formó parte de la Selección Oficial del 13º FICM en la Sección de Cortometraje Mexicano, recibió la prestigiosa nominación al Ariel como Mejor cortometraje de ficción; se hizo acreedor al Premio Orona al del 64º Festival de San Sebastián y fue reconocido como el Mejor cortometraje del Festival Shorts México.

    Mientras éramos los únicos dentro del inmenso set de filmación y los pocos curiosos se acercaban con extremo sigilo, Carlos Lenin nos contaba cómo fue que llegó a su mente la idea de este película: “Estaba en Monterrey y vi pasar el tren en Ruiz Cortines, un corredor sumamente industrial, plagado de industrias que han venido a fracasar; estaba en el coche, vi pasar el tren y en el costado de las vías estaba un chico y del otro lado una chica. Estaban hablando mientras el tren pasaba, me pareció que allí había un testimonio de un cierto tipo de historias de amor que me pertenecía.”

    Esto podría despertar una sensación muy particular en el espectador ya que en verdad se encargó en llevar a la pantalla grande este preciso momento. De este modo busca compartir su fuente de inspiración del mismo modo que su constante duelo interno debido a la compleja situación social que hoy día se vive en el municipio de Linares, Nuevo León, lugar que es "el grueso de la geografía emocional de la película, es el norte, es mi casa”, defendió con voz conmovida el joven realizador.

    A pesar de su corta carrera cinematográfica, Carlos Lenin podría presumir de haber pisado importantes terrenos de índole festivalera: Morelia, San Sebastián y Locarno son testigos de ello, sin embargo, aún no se considera plenamente un cineasta, pero su ópera podría cambiar completamente su vida una vez que llegue el esperado estreno frente al público michoacano.

    Creo que también es una forma de cerrar un aprendizaje antes de poder yo considerar que soy un cineasta.

    Y por supuesto no hay competencia sin una celebración ad hoc, y ya por un momento formamos parte de su gigantesco hogar al estar dentro de aquel inmenso set de rodaje, Carlos no pudo contener la emoción que le provocaba pensar en ello: “hacía un chiste cuando estaba en Locarno: ‘a lo mejor voy a la presa donde filmé la película y me aviento desde las compuertas’, pero bueno el problema es que ahorita se secó, entonces no hay agua y sería un suicidio.”

    De este modo terminó nuestra conversación con Carlos Lenin, quien regresará al festival más importante del país, esta vez presentando su primer largometraje: La paloma y el lobo, la cual nos hace recordar los conflictos que viven allá afuera y forman parte de nuestra realidad, no sólo como mexicanos, como individuos que forman parte de un todo natural y cinematográfico. Lenin ha dejado claro que esto apenas comienza, es un joven con hambre de contar historias, por lo tanto veremos su nombre en más producciones y posiblemente en otros prestigiosos festivales de cine.

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