Desde el pasado cuatro de diciembre arrancó la primera edición del Festival Internacional de Cine Tulum y mañana llegará a su fin -desafortunadamente nada es para siempre-. Hemos visto películas, documentales y escuchado a diversos realizadores reflexionar sobre el complejo panorama que ahora mismo vive la industria del cine nacional. Sin embargo, no queremos dejar pasar la oportunidad para contarte una de las mejores actividades por hacer en el festival: ver una película a la orilla de la playa.
Por supuesto un plan de este tipo nadie querría perdérselo, por ello decidimos ajustar nuestra agenda de cobertura para llegar a The Beach Papaya Project, sitio en el que se han realizado estas actividades. Y una vez que la noche llegó al caribe mexicano, las tenues luces alumbraban nuestro camino de arena para enmarcar este paradisiaco momento.
Uriel Linares | SensaCine México
El constante y sonoro oleaje se hizo presente de inmediato, en ese momento una gran pantalla instalada a la mitad de la playa iluminaba a las decenas de asistentes que cómodamente se encontraban recostados en asientos amoldables a cualquier tipo de posición. Por fortuna aún pudimos escuchar la ronda de preguntas y respuestas de la proyección anterior, la directora y guionista sudafricana, Jenna Bass, quien presentó su más reciente película: Flatland.
Minutos más tarde buscamos el asiento más cómodo que encontramos -aunque junto a la playa todos son perfectos-, una vez que te preparas para la función basta levantar unos cuantos centímetros tu mirada para notar que un sinfín de estrellas miran de lejos este momento, enmarcándolo en tus recuerdos cinéfilos más apreciados. Sí, en ese instante puedes darte cuenta que esta experiencia es muy especial.
En punto de las ocho y media de la noche arrancó la proyección de la cinta austriaca, Lillian, misma que fue escrita y dirigida por Andreas Horvath, quien por esta misma producción estuvo nominado por la Golden Camera en la pasada edición del Festival de Cannes. Y debemos asegurarte que la apuesta visual en esta cinta es sobresaliente, sin duda logra capturar con una dinámica fotografía la atención del espectador; inclusive acompañándose del trabajo de su protagonista, Patrycja Planik, despertar un sentido de aventura y preocupación por el personaje central.
Y sí, la noche mejoró una vez que la brisa marina se hizo presente refrescando el cálido clima de la Riviera Maya mientras el constante ir y venir del oleaje terminaba por crear un efecto de canción de cuna, vaya que se trata de un experiencia relajante. Al voltear a todos lados pude notar la disciplina y conciencia de los asistentes: nadie hace ruidos molestos, tampoco llevaban bolsitas de frituras o cualquier otro objeto que pudiera llegar por error al océano. Sólo cinéfilos responsables.
Uriel Linares | SensaCine México
Al término de la función hubo una sorpresa: la mismísima protagonista, Patrycja Planik, estuvo presente para charlar con el público sobre las exigencias que tuvo su más reciente trabajo, allí mencionó que el proceso de rodaje duró al rededor de nueve meses y trajo consigo más de 200 horas de material. Estas anécdotas sólo son posibles cuando juntas arena, mar y mucho cine.
Fue así como vivimos la experiencia de ver una película a la orilla del mar en una mágica velada organizada por el Festival Internacional de Cine Tulum. Sin duda alguna la Riviera Maya no sólo es uno de los sitios más emblemáticos de la cultura mexicana, también es un espléndido lugar para acercar con mayor fuerza el séptimo arte al publico.
Cabe mencionar que en esta zona del país no existen salas comerciales, el más cercano se encuentra a más de 50 minutos de viaje en automóvil, así que un festival de cine y una propuesta de paradisiacas funciones nocturnas, le dan un giro poco visto a los cinéfilos que viven en Tulum, es por ello que deseamos haya muchas más ediciones de este peculiar encuentro fílmico.