Cualquiera que se ha cruzado con las obras de Nicholas Sparks sabe a lo que se atiene cuando se adapta una de sus novelas en pantalla grande. El empalagoso concepto que el autor tiene del amor, impactó a miles de adolescentes como yo que crecimos en la década de los 00's y nuestra única referencia del amor de pareja eran películas como Diario de una pasión, filme en donde los protagonistas Noah (Ryan Gosling) y Allie (Rachel McAdams) aceptan abiertamente que no hacen nada más que pelear y gritarse.
Estoy completamente segura que todo lo que perciben nuestros sentidos influye en la construcción de nuestra personalidad, por ende, si no hay variedad, es imposible formar un criterio objetivo. Por ejemplo, en mi adolescencia, mi panorama en cuanto a las relaciones de pareja estaba exageradamente reducido debido a que las únicas historias a las que tenía acceso en el cine, la televisión o la literatura eran aquellas en donde el amor se desenvolvía en un paraíso idealizado y además era exclusivo para heterosexuales como en Un amor para recordar, 10 cosas que odio de ti o Titanic.
Pero bueno, regresando a por qué Diario de una pasión es más una película de terror que una historia romántica, tengo que decir que no existe lógica en enamorarse de un hombre con tendencias suicidas como Noah. No entiendo cómo es que antes me parecía romántica la secuencia en donde el personaje de Ryan Gosling se cuelga de una rueda de la fortuna con el único fin de chantajear a la protagonista para que acepte salir con él. Tampoco comprendo cómo es que sentí mariposas en el estómago en la escena en donde se acuestan en medio de la calle aun sabiendo el riesgo de ser atropellados. Afortunadamente, ahora entiendo que Noah más allá de una novia, necesitaba terapia, y que el amor no funciona así.
Pero no todo es culpa de Noah, es tiempo de aceptar que Allie no estaba enamorada de él. Perdón, pero si tu novia se refiere a ti como "pobre, vulgar y nada adecuado", amigo date cuenta que no eres el hombre de su vida. Y para fundamentar esto es necesario analizar a su madre (Joan Allen), una arpía que transfiere sus traumas del pasado a su hija y que solo le importa que se case con un hombre rico; y ni hablar de su padre (David Thornton), el típico millonario con bigote completamente ajeno a los sentimientos de su hija.
Entonces, cuando Allie se encuentra con un hombre que no le gusta a su madre, ella piensa que es el amor de su vida, pues es la oportunidad perfecta para explorar su reprimida personalidad con una persona completamente diferente al entorno al que se desenvuelve. En pocas palabras, Noah es un capricho para ella, nada más.
Pero más allá de los tóxicos patrones de conducta, hay otro rasgo que caracteriza a la trama: la incongruencia. Aunque la historia se desarrolla en los años 40, la chica no lo piensa dos veces y se desnuda frente a su novio aunque en aquella época las mujeres debían casarse para perder su virginidad, sin embargo, cuando lo extraña, considera poco apropiado escribirle una carta porque las mujeres no acostumbraban hacer eso. ¿Quién la entende? "Te estuve esperando durante 7 años" le dice entre lágrimas, a lo que él responde: "te escribí una carta diario durante 365 días. Eso no se había acabado, todavía no se acaba". Corte a se besan, tienen relaciones sexuales y todos suspiramos. En fin, la hipocresía.
Esta ola de películas "románticas" nos enseñó que la pasión viene después de la violencia, las discusiones o los gritos (razón por la que crecí pensando que el amor tenía que ser tóxico para ser pasional). De hecho, la escena final sostiene mi argumento cuando la hermosa joven le grita a Noah (porque cabe destacar que el 90% de la película se la pasa gritando): "¿por qué habríamos de estar juntos si solamente peleamos"? a lo que nuestro galán responde: "porque eso es lo que hacemos, peleamos". Después de este tóxico argumento, la pareja se besa y viven juntos -no me costa que felices- pero sí para siempre.
Finalmente, más allá del falso concepto de la felicidad en pareja, esta película para nada genera empatía con el concepto universal del amor. Es posible empatizar con una historia de amor entre dos personas del mismo sexo a pesar de ser heterosexual y producciones como La maldición de Bly Manor o Sex Education son ejemplos de ello. El punto es que Diario de una pasión carece de empatía pero no porque esté protagonizada por un chico y una chica, sino por la serie de clichés retratados.
Por culpa de Diario de una pasión romantizábamos amores pasados cuando por algo son pasado. Nicholas Sparks es el responsable de que recordemos solamente lo bueno de las personas y lo malo lo guardemos en el rincón más oscuro de nuestro inconsciente. Pero bueno, agradezcamos que los tiempos están cambiando y que existen directores como Damien Chazelle o Marc Webb que nos han tráido verdaderas historias de amor como La La Land o 500 días con ella en donde el amor de pareja sí se retrata de una forma honesta y realista.