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    'Sex Education': Jemima Kirke y cómo ser una directora escolar bastante odiosa

    El nuevo enemigo de la secundaria Moordale es la directora Hope, una mujer con métodos ortodoxos y drásticos para tratar de meter en cintura a los estudiantes y depravados sexuales en la serie 'Sex Education'. Seguro tú también la odiarás.

    El premio para el personaje más detestable de la tercera temporada de Sex Education (que suenen los platillos) va para la directora, capataz y dictadora Hope (Jemima Kirke). ¡Qué cosas tiene la vida! De adorarla por sobre todas las demás chicas en Girls, donde dio vida a Jessa, ahora entra a terrenos de ganarse con todo lo posible la antipatía de todo el fandom de Otis (Asa Butterfield), Maeve (Emma Mackey), Aimee (Aimee Lou Wood), Eric (Ncuti Gatwa), Adam (Connor Swindells) y compañía, y ni cómo defenderla. 

    La historia continúa después de la destitución del Sr. Groff (Alistair Petrie) por no detener a tiempo la depravación lo precoces de sus alumnos en su exploración sexual, cayendo por completo la reputación de la secundaria Moordale al grado de ser tildada como la "escuela de la perversión" y "escuela del sexo", así que los inversores reclutan a una mujer joven, Hope, una gloriosa egresada para poner en cintura a una comunidad que tuvo a bien levantar un consultorio se orientación sexual en baños abandonados y pintar un mural dedicado a los penes y las vaginas. 

    Es evidente que Laurie Nunn retrató la famosa disparidad de género en esta mujer acomplejada por sus situaciones personales, aunque no poder tener hijos (tema abordado por la actriz quien es activista en temas de salud reproductiva) no le daba derecho a expulsar todos sus ideales contra adolescentes que no saben ni qué va a ser de ellos ahora que la escuela está por cerrar, pese a identificarse como feminista, le es ridículo dar su lugar a lxs chavxs no binarixs y, sarcásticamente, lxs humilla con frases como "tendremos clases de anatomía para que aprendan a ifentificar el sexo de su cuerpo". 

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    Es de esas personas que, en la vida real, piensan que los tatuajes, modificaciones corporales, maquillaje y forma alternativa de vestir no te permiten brillar en sociedad y te excluye de los buenos valores, y así de fácil les resultó quitarle a Maeve su atractivo piercing de la nariz y que Lily (Tanya Reynolds) dejara de maquillarse tan extravagantemente por su obsesión con todo aspecto de la vida extraterrestre, incluido el sexual. Es frustrante porque nuestras escuelas tienen el mismo pensamiento retraído, y eso no es de esta generación, viene de muchas atrás y es una realidad en muchas instituciones educativas y corporativos mexicanos. 

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    No todo es malo, cabe aclarar, también es una mujer muy capaz, segura, orientadora; apoya a quienes merecen y busca un futuro para todos, entre ellos para Maeve, a quien empuja fuerte para conseguir una beca para jóvenes prodigio en Estados Unidos. "Tenemos cualidades que compartimos, y que no he retratado en pantalla, pero que la gente ve en mi vida cotidiana. La neurosis, la necesidad de tener todo en orden, controladora, clara y concisa", dijo a Vanity Fair, en una de las pocas charlas que dio para promover su debut en la serie. 

    Y, para sorpresa de los fans de Girls, se ve más reflejada en Hope que en Jessa. Eso sí dolió. Sin embargo, sólo habla de las cualidades, la represión también la sufrió. Nadie en su familia le dio una charla de orientación sexual, confesó, por eso cuando tuvo su primera menstruación sangró a chorros en la regadera y pensó que iba a morir. Su mamá, Lorraine, estaba presente de forma superficial, al ser dueña de la famosa boutique Geminola, famosa por surtir de prendas a la producción de Sex and the City, ni se preocupaba por los temas de virginidad de su hija. 

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    "Y por eso no tengo malos recuerdas de ella reprimiéndome, fue como empezar en una especie de borrón y cuenta nueva. Si alguna vez me pregunté cosas sobre mi virginidad, no estaba interesada en que mi madre formara parte de ella", expresó al mismo portal. Hablar de Hope como una terapia para la actriz de 36 años entonces es erróneo, jamás creció con rencor ni prejuicios, siempre tuvo claro lo que es ser un alma libre gracias a su madre y su padre, Simon Kirke, bataco de Free y del supergrupo Bad Company. 

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