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    Rebeca
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    Rebeca

    No hay que comparar, mejor disfrutemos

    por Iván Romero

    “Anoche soñé que volvía a Manderley”, dice en voz en off la protagonista de una de las novelas más intrigantes, sofocantes y tóxicas de la literatura y de sus respectivas adaptaciones cinematográficas, una de ellas dirigida por el maestro del suspenso: Alfred Hitchcock en 1940. El relato de Rebeca pertenece a la escritora británica Daphne du Maurier, creadora también de Los pájaros (que más tarde se llevó también al cine Hitchcock) y Mi prima Raquel, adaptada a la pantalla grande en 2017 y protagonizada por Rachel WeiszRebeca de 1940 fue estelarizada por Joan Fontaine y uno de los mejores actores que han existido: Laurence Olivier. El filme se llevó innumerables reconocimientos, entre los que destaca el de Mejor película en los Oscar.

    Más de medio siglo después, la misma voz vuelve a confesar su sueño de regresar a Manderley, pero dirigida como muchos la etiquetan para la generación Instagram, a colores, por supuesto, y con un elenco atractivo con Lily James, Armie Hammer, Kristin Scott ThomasSam Riley y Ann Dowd. Rebeca ahora la toma el director y guionista inglés Ben Wheatley (El rascacielos) y producido por Netflix. Muchos se preguntan qué necesidad de volver a retomar esta historia y están predispuestos a odiarla; la respuesta, sin duda, es dinero, pero como sucede en el universo del teatro, también significa estar abierto a ser testigos de las visiones de otros autores de una misma historia. Hay clásicos intocables, es cierto, pero también es una oportunidad para acercar a nuevas generaciones a la vieja versión con el objetivo de comparar, analizar y conciliar.

    Rebeca es una historia atípica, un relato psicológico, gótico y, de cierta manera, romántico, ubicada en una enorme mansión con un fantasma rondando la cabeza de todos los personajes, revelando secretos, expiando pecados de unos y sacando a flote todo lo que alguien estaría dispuesto a hacer por amor. La premisa narra el encuentro entre el millonario y viudo Max de Winter (Hammer) que, al conocer a una joven asistente de una acaudalada y terca mujer, decide convivir con ella y en menos de lo que pensamos terminan casados, liberándola de su trabajo y llevándola a vivir a su finca Manderley; lo que no sabe la chica es que el pasado de la exesposa de Max la acorrala en cada rincón de esa enorme casa.

    Rebeca de Netflix, como muchos ya la conocen, ha dividido críticas y disfrutarla o no es cuestión de decisión, o por lo menos esa fue mi experiencia. Me rehusé a compararla con el clásico de Hitchcock, porque de hacerlo es un hecho que la versión actual palidece ante ella y saldría perdiendo. ¿Es mejor? No. ¿Aporta algo nuevo? Tampoco y hasta es innecesaria, pero mantiene algo que me parece oportuno y es el retrato retorcido y tóxico del matrimonio y la obsesión como motor de vida.

    Todo es fastuoso en la producción de Wheatley y Manderley nunca se había visto más hermoso. Hay cambios en los trazos de la trama, pero las motivaciones de los personajes siguen siendo las mismas y es la razón por la que esta Rebecca. si bien podría no ser recordada, vale la pena verla y analizarla, así se le destroce o se le encuentren cualidades.

    En esta Rebeca no hay un suspenso constante ni misterio, sino una perspectiva de la vida de pareja que incluso hasta en la última escena, la cual intriga a más de uno y retorcerse a otros, deja muy claro lo que Wheatley quería contar; un juego de ajedrez donde las fichas se voltean en cualquier momento y lo que pensamos como una historia de amor, no es más que aire tóxico lo que respiran sus personajes: un juego de poder.

    Las actuaciones de su trío protagonista me parecen sólidas: James y Hammer, si bien no derrochan la química como me gustaría, por separado hacen bien las cosas y sacan avante sus personajes, pero es Scott Thomas quien se lleva el filme como la Sra. Danvers, y es que la presencia de la actriz es impresionante en pantalla en todo momento.

    Lo recomendable en cuanto esta nueva Rebeca es que abramos un poco las ventanas, dejemos entrar el aire donde nos encontremos, en lugar de juzgar antes de conocer y veamos ambas versiones. Desmenucemos la esencia de la historia de Maurier, la cual debería ser tema de conversación hoy en día debido a su vigencia, extrañeza y un tanto perturbadora manera de retratar el amor, así como la vida en matrimonio y, por ende, cuestionar las decisiones de sus personajes, las cuales tienen dicen tanto entre líneas que no acabaríamos.

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