Hay gente que le huye a los documentales porque piensa que se va a aburrir porque sólo cuentan historias que a nadie le interesan. Hay otros que les temen, porque los sienten demasiado crudos o fuertes. Quizá entonces si les dijera que este es un documental donde no se le ve la cara a la gente y que además sólo consiste en largos testimoniales a cuadro, dónde lo único que ilustra al relato es tu propia imaginación, pero que no hace falta porque lo que retrata es una realidad espantosa, lo más seguro es que pocos querrían verlo. Pero nadie puede darse ese lujo, porque el cuadro que pinta La libertad del diablo, es de terror; y lo peor, es que sucede todos los días en nuestro país.En La libertad del diablo, Everardo González se centra en las historias de las víctimas y los victimarios que el crímen organizado ha ido dejando regados por el territorio nacional. Personajes anónimos, olvidados
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