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    La crónica francesa
    Críticas
    4,0
    Muy buena
    La crónica francesa

    Una obra de arte irónica

    por Cristina Ibañez

    The French Dispatch es una carta de amor al artesanal trabajo de campo de los periodistas y a revistas legendarias como The New Yorker. Y es que el estilo instantáneamente reconocido de Wes Anderson nos regala un tríptico de historias que retratan la preocupación del director por las tradiciones literarias que se estén desvaneciendo, provocando la sensación de estar hojeando una publicación a las que la trama rinde culto.

    Protagonizada por Bill Murray, Frances McDormand, Tilda Swinton, Timothee Chalamet, Adrien Brody, Owen Wilson y Benicio del Toro, este filme funciona como una antología compuesta por un obituario, una guía de viajes y tres artículos de fondo en donde no existe la narrativa precisa y discursiva que caracteriza la filmografía de Wes Anderson pero sí un conmovedor homenaje al trabajo de grandes escritores como James Baldwin y Lillian Ross.

    Y es que aunque no vemos una trama repleta de fantasía y romanticismo como en Moonrise Kingdom, el director señala a través del personaje de Bill Murray, Arthur Howitzer Jr., que actualmente la búsqueda de perfección gramatical y neutralidad entre los periodistas está por encima del talento. De hecho, para el Editor de French Dispatch el talento se debe y puede buscar en cualquier parte, hasta en una cárcel como sucede con el pintor preso Moses Rosenthaler, interpretado por Benicio del Toro. No obstante, queda claro que con la muerte del Editor, en 1975, también mueren las tradiciones literarias de antes. 

    Pero este homenaje al trabajo de campo de los periodistas que documentaban con pluma y papel en ocasiones se opaca por la velocidad de la narrativa, la cual se aleja por completo de los discursos precisos y hasta cursis a los que estábamos acostumbrados en sus otras producciones como Viaje a Darjeeling. Aunque el ritmo y tono han evolucionado, si hay algo en común en su filmografía es la curiosidad por la extraña naturaleza de las relaciones humanas; sin embargo, esta producción representa un avance significativo en su carrera porque se compromete con la sexualidad y la violencia en personajes como Simone, interpretada por Lea Seydoux.

    Ahora bien, no hay ningún cineasta vivo con una firma visual más reconocible y es un hecho que su décimo largometraje se encuentra entre sus más destacados. Cada cuadro está repleto de pequeños detalles meticulosmente elaborados que respeta los planos simétricos y frontales característicos de su obra. Y es que es bien sabido que Wes Anderson está obesionadao con la simetría y los colos brillantes, pero en esta entrega apuesta por alternar paletas de color vibrantes con escenas a blanco. 

    Finalmente, cabe destacar que los actores que lo acompañan en sus historias siguen siendo sus mejores compañeros de aventura, empezando por Owen Wilson -con quien por cierto escribió su primer cortometraje titulado Bottle Rocket- hasta Bill Murray, pieza clave en sus obras desde La familia Tenenbaum. Todos, desde los más jóvenes hasta los más veteranos, conforman el ensamble perfecto.

    El resultado de esta película es una explosión fantástica de la estética del director que explora la naturaleza humana desde lo absurdo del arte. Pero el gran acierto de su décimo largometraje sin duda es la sensación de estar hojeando una publicación a las que la trama rinde homenaje. Sin duda esta película es de un atractivo fascinante y, a pesar del acelerado ritmo, nunca pierde su propósito. 

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