Crítica de SensaCine.com.mx para Jungle Cruise: Hay química y música, pero también confusión y repetición

Ahora que Disney prácticamente ha completado sus esfuerzos por darle nueva vida a sus clásicos animados como Blancanieves, Dumbo y demás con sus respectivas versiones live-action, las ideas diferentes deben llegar para continuar atrayendo a las personas a los cines a consumir sus películas (y después sus productos derivados). Por ello ahora llega Jungle Cruise, una cinta de aventuras que inevitablemente recuerdan a otras franquicias como Piratas del Caribe, Indiana Jones o Tomb Raider, aunque el largometraje actual logra encontrar cierta identidad individual a partir de ciertos elementos.

Jungle Cruise está inspirada en una atracción homónima de los parques de diversiones de Disney, así como sucedió en su momento con Piratas del Caribe. La historia sigue a dos personajes principalmente: el primero es la doctora, investigadora y audaz Lily Houghton (Emily Blunt), mientras el segundo es Frank Wolff (Dwayne Johnson), el capitán de un barco y a quien le gusta utilizar ciertos trucos para obtener lo que quiere. Ambos cruzan su camino porque ella quiere recorrer el Amazonas para encontrar un árbol cuyas hojas tienen capacidades curativas excepcionales, mientras que él necesita dinero para solventar sus deudas.

Es así como se embarcan en un viaje en el que tendrán que atravesar peligros, no solamente por la amenaza que representa el agua en sí misma, sino también porque hay una persona más que quiere las hojas para utilizarlas con fines de dictador: el Príncipe Joachim (Jesse Plemons), quien tiene muchos recursos económicos para obtener lo que quiere y un carácter algo excéntrico.

Como se puede notar, la historia está llena de aventura. Hay momentos muy entretenidos en los que se nota el tremendo presupuesto que invirtió Disney en esta película (unos 200 millones de dólares aproximadamente), tanto en los efectos especiales, así como el vestuario y los decorados artísticos. Desde la barca, el agua, los villanos y hasta el árbol en sí, la película en sí visualmente es digna de disfrutar en pantalla grande.

Sin embargo, uno de los problemas de Jungle Cruise es que las emociones genuinas se apagan en el primer tercio de la cinta. Una vez que conoces a los protagonistas todo se vuelve más predecible. Sabes lo que van a hacer en determinadas situaciones y también hay momentos que se repiten parcialmente, por lo que el factor sorpresa se pierde.

La cinta tiene cierto humor que no cae nada mal. Dwayne Johnson se nota que disfrutó tomar este papel, luce fresco y con los diálogos más humorísticos que ha tenido en su carrera como actor, aunque esto no quiere decir que sus chistes sean buenos, pero su carisma lo compensa. Emily Blunt deja atrás los gestos de preocupación y terror de Un lugar en silencio e incluso lo acartonada que lució en El regreso de Mary Poppins; aquí también se siente cómoda, divertida, genuina y empática; se luce a cuadro.

Y justo a colación llega este tema porque la química entre Blunt y Johnson es el alma de Jungle Cruise. Si aguantas lo repetitivo de la trama y las 2 horas con 7 minutos que dura la película (que es algo exagerado para esta historia) es porque ver a estos dos intérpretes juntos se convierte en un vicio. Se convierte en algo natural que disfrutes de los dos compartiendo cuadro, porque mientras se dicen apodos y hacen crecer la relación de sus personajes, pese a comenzar con mucha desconfianza por acciones específicas, no llegan al punto de que su química sea ridículamente romántica; sí se nota su cariño mutuo, pero nada exagerado.

Dejando del lado lo anterior, la trama de la película poco a poco se va enredando, a tal grado que tienes duda de cómo es que una cosa llegó a ser otra. El problema de esta confusión es que te aleja de sentirte inmerso en el universo de ficción, ya que trata de ser más pretensiosa de lo esperado y si tomamos en cuenta que los niños también pueden ver esta película, entonces es difícil crear obsesión con lo que ves, porque no terminas de entenderlo en su totalidad. Menos es más en muchas ocasiones y principalmente para estas cintas cuyo objetivo es entretener sin tener que pensar demasiado.

Disney con Jungle Cruise da un paso más rumbo a la inclusión. Con MacGregor Houghton (Jack Whitehall) tiene a un personaje que no tiene miedo de expresar sus sentimientos y que pertenece a la comunidad LGBTQ. Ya no es un intento vago como el que hizo en el live-action de La bella y la bestia, sino que ahora sí permitió que incluso tuviera un discurso en el que quedara claro quién es. El enojo de un sector de la población es que un actor heterosexual es quien da vida a este papel, por lo que todavía hay cosas que causan polémica, pero al menos la Casa de Ratón ha avanzado en este tema que le ha costado trabajo abordar.

Hay que hacer una mención especial a la banda sonora de Jungle Cruise, porque realmente aporta a la experiencia de verla en un cine. Hubo momentos específicos en que las notas de la orquesta me pusieron la piel chinita y lo hicieron de forma consciente, ya que hay cintas en las que no percibes la música de fondo, pero aquí sucede lo contrario y te percatas de lo bien acompañadas que están las imágenes con un departamento musical liderado por James Newton Howard, el nominado a nueve Oscar.

Claramente se percibe que Disney quiere una nueva franquicia con Jungle Cruise, no por nada desde antes de su estreno ya discutían la probable secuela. El problema es que los personajes no causan obsesión, no tienen el misterio suficiente al final como para querer saber más de ellos, e incluso la historia no queda del todo afianzada. A su favor tienen al reparto encabezado por Dwayne Johnson y Emily Blunt, que ellos sí podrían repetir la dupla para otra película y generarían expectativa. Es sencillo darse cuenta de la inspiración en Piratas del Caribe, aunque ahora el mar se cambia por el Amazonas, pero este último ingrediente no luce como un personaje más en la historia, a pesar de que intentaron hacerlo.