5 películas mexicanas de terror corporal que redefinen la carne para hacerte temblar
Luis Fernando Galván
Interesado en las religiones del mundo y especialista en arte sacro medieval, mis géneros favoritos son las épicas de fantasía al estilo 'El señor de los anillos', 'Valhalla Rising' y 'El caballero verde', así como el terror religioso de 'El exorcista', 'Saint Maud' y '30 monedas'.

Desde cuerpos que se deforman hasta carne que se corrompe, estas 5 películas mexicanas redefinen el terror corporal a partir de historias que combinan violencia, erotismo y crítica social para desafiar nuestra percepción de lo humano.

Desde las deformidades mutantes de La mosca de David Cronenberg hasta la angustia de Cría siniestra de Hanna Bergholm, pasando por la sensualidad corrosiva de Titane de Julia Ducournau, el cine de terror corporal ha sido un espejo distorsionado de nuestras ansiedades más íntimas. Estas películas, con sus visiones de cuerpos que se expanden, rompen y transforman, han explorado el límite entre lo humano y lo monstruoso, entre la carne y la máquina, entre el deseo y la repulsión.

El body horror es, en esencia, una reflexión sobre la fragilidad del cuerpo y el miedo a perder el control sobre él y, en los últimos años, el cine mexicano y latinoamericano ha encontrado en este subgénero una forma de narrar sus propios temores sociales y existenciales. Películas recientes exploran la carne no solo como fuente de horror, sino como campo simbólico donde se inscriben la violencia, el deseo, la identidad y la herencia cultural.

‘Halley’

Mantarraya Producciones

Halley presenta una de las aproximaciones más sobrias y perturbadoras al terror corporal en el cine mexicano contemporáneo. Su protagonista, Alberto, un guardia de seguridad que padece una extraña enfermedad que detiene su metabolismo y descompone lentamente su cuerpo, encarna una metáfora sobre la muerte en vida y la alienación urbana. Sebastián Hofmann filma la putrefacción con un minimalismo gélido, donde cada plano refleja la desconexión física y emocional del personaje con el mundo que lo rodea.

‘La región salvaje’

Mantarraya Producciones

La región salvaje lleva el body horror hacia un terreno erótico y cósmico, en el que el deseo y la violencia se funden en imágenes de perturbadora belleza. La aparición de una criatura extraterrestre que ofrece placer absoluto desencadena una serie de encuentros que mezclan lo sexual con lo abyecto, desdibujando los límites entre el cuerpo humano y lo inhumano. Amat Escalante usa el horror corporal como vehículo para hablar de represión, culpa y deseo reprimido en el contexto social mexicano.

‘Huesera’

Machete Producciones

Huesera retoma el imaginario del body horror desde una perspectiva feminista y espiritual, explorando el embarazo y la maternidad como procesos de transformación violenta. Valeria (Natalia Solián), su protagonista, vive el colapso entre la promesa de una vida familiar y la irrupción de una fuerza oscura que le quiebra los huesos y la identidad. Michelle Garza Cervera convierte el cuerpo femenino en escenario de resistencia y fractura, donde lo monstruoso nace del mandato social de ser madre perfecta.

‘Los parecidos’

Caminante Films

Los parecidos, dirigida por Isaac Ezban, juega con el body horror desde la ciencia ficción y la paranoia colectiva. Ambientada en una estación de autobuses en los años sesenta y con un elenco de lujo que incluye a Gustavo Sánchez Parra, Luis Alberti y Cassandra Ciangherotti, la película presenta a un grupo de personas atrapadas en una tormenta que poco a poco descubren que todos comienzan a compartir el mismo rostro. La mutación, aquí, no es solo física, sino identitaria: el horror surge de la pérdida del yo y de la imposibilidad de distinguirse del otro.

‘Tenemos la carne’

Piano

Tenemos la carne es una de las propuestas más radicales del cine mexicano contemporáneo. Ambientada en un espacio claustrofóbico y decadente, la película muestra a dos jóvenes que, bajo la influencia de un hombre enigmático (Noé Hernández), se adentran en un universo de sexo, canibalismo y transfiguración corporal. Emiliano Rocha Minter filma el cuerpo como un territorio donde se disuelven los límites entre lo humano y lo animal, entre lo sagrado y lo obsceno, en una experiencia sensorial que provoca tanto fascinación como repulsión.

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