‘Frankenstein’ de Guillermo del Toro: 5 símbolos y referencias mitológicas en la nueva película de Netflix
Luis Fernando Galván
Interesado en las religiones del mundo y especialista en arte sacro medieval, mis géneros favoritos son las épicas de fantasía al estilo 'El señor de los anillos', 'Valhalla Rising' y 'El caballero verde', así como el terror religioso de 'El exorcista', 'Saint Maud' y '30 monedas'.

En su versión de ‘Frankenstein’, Guillermo del Toro convierte la ciencia en un acto mitológico. El filme remite a antiguos dioses y símbolos: la torre, el fuego, el bosque y la criatura renacida. Una fábula sobre el poder y el castigo de crear vida.

Guillermo del Toro ha convertido la mitología en uno de los pilares de su universo cinematográfico. En cada una de sus películas, los monstruos, los dioses caídos y las criaturas imposibles funcionan como espejos de lo humano, retomando arquetipos ancestrales que la modernidad ha intentado olvidar. Desde El espinazo del diablo hasta La forma del agua, su cine ha sido un espacio donde los mitos antiguos resucitan entre ruinas, ensoñaciones y cuerpos vulnerables.

Ya en El laberinto del fauno, del Toro había mostrado su fascinación por los mitos grecolatinos, reinventando figuras como el fauno o el cíclope dentro de un relato sobre la inocencia y el sacrificio. El temible Hombre Pálido, con su rostro sin ojos y su apetito devorador, mezclaba al Polifemo de Homero con el Saturno de Goya, ofreciendo una alegoría de poder, hambre y castigo divino.

Esa misma sensibilidad se traslada a Frankenstein, su nueva producción para Netflix, donde no solo los referentes bíblicos y símbolos cristianos, sino también los mitos antiguos reaparecen como ecos de una historia eterna: la del hombre que busca, a través de la creación, tocar lo divino.

La torre como el llamado del destino

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El laboratorio de Victor (Oscar Isaac) se eleva en lo alto de una torre, un símbolo que del Toro utiliza para hablar de la ambición y del deseo de tocar lo divino. Desde tiempos antiguos, la torre ha representado la conexión entre el cielo y la tierra: el zigurat mesopotámico o la Torre de Babel bíblica compartían esa misma aspiración de acercarse a los dioses.

En Frankenstein, ese motivo arquitectónico encarna la idea del hombre que busca trascender sus límites naturales, un eco moderno de los constructores de Babel que quisieron alcanzar el cielo con sus propias manos. La torre, rodeada de nubes y tormentas, se convierte así en un arquetipo universal de la elevación y del castigo. Cuanto más asciende Victor en su búsqueda de conocimiento, más se aleja del mundo humano y más se aproxima a su caída.

El castigo de Prometeo

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En uno de los diálogos, Harlander (Christoph Waltz), el mecenas de Victor, se siente traicionado y le advierte: “Yo seré el águila que devore tu hígado”. La referencia es directa al mito de Prometeo, castigado por los dioses por robar el fuego sagrado y entregarlo a los hombres. En esta escena, Harlander representa la venganza divina, mientras que Victor asume el rol del titán rebelde, aquel que se atreve a desafiar el orden cósmico en nombre del conocimiento y la creación.

El diálogo, más allá de su ironía, marca el punto de inflexión moral del personaje. Victor comprende que su ambición lo ha puesto en el lugar de los héroes castigados por la hybris (el exceso de orgullo), y que su criatura es el precio de su desafío. Del Toro, fascinado por los mitos del castigo y la transgresión, actualiza el relato de Prometeo no como un mito de castigo divino, sino como una parábola sobre la responsabilidad del creador frente a su obra.

Medusa y la inocencia del monstruo

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En el interior de la torre donde Victor Frankenstein realiza sus experimentos, Guillermo del Toro introduce un detalle visual cargado de sentido: un relieve escultórico de Medusa tallado en piedra. No es un mero elemento decorativo, sino una clave simbólica que refleja el destino de la criatura. Al igual que Medusa, el monstruo interpretado por Jacob Elordi es percibido como una aberración, una amenaza cuya sola presencia provoca miedo. Sin embargo, bajo esa apariencia terrible se esconde la inocencia de un ser que ha sido condenado por una fuerza superior, víctima de una mirada que lo convierte en monstruo antes de permitirle hablar o amar.

Del Toro reinterpreta el mito griego desde la compasión. Medusa fue castigada injustamente por los dioses (Poseidón y Atenea) y transformada en una criatura temida, al igual que la creación de Victor, que es rechazada por la humanidad por su diferencia. La cámara, al detenerse en el relieve, nos recuerda que el horror muchas veces no reside en quien es señalado como monstruo, sino en quienes lo miran con crueldad.

La criatura y el fuego: el mito del Fénix

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Uno de los aspectos más impactantes de la criatura es su relación con el fuego. Cada vez que es atacado por las llamas, su cuerpo arde, pero nunca se consume. Esta resistencia lo convierte en una figura análoga al Fénix, el ave mitológica que renace de sus propias cenizas. En la tradición occidental, el Fénix simboliza la inmortalidad y la resurrección; en Oriente, representa el equilibrio entre la destrucción y la creación, la armonía del ciclo eterno.

Del Toro sugiere que la criatura no es una aberración, sino un ser que arde sin morir, protegido por un fuego que purifica. Esta condición le otorga una dimensión casi divina. Así como el Fénix renace tras cada muerte, la criatura de Frankenstein parece regenerarse después de cada sufrimiento, como si el fuego se hubiera convertido en su fuente de vida.

El espíritu del bosque

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La criatura encuentra una aldea en medio del bosque y decide ayudar en secreto a una familia campesina, asegurando la prosperidad de sus tierras. Los aldeanos, al notar la mejoría de sus cosechas, agradecen no al extraño benefactor, sino al espíritu del bosque. Esta figura, inspirada en las tradiciones celtas, se asocia con el Hombre Verde, símbolo del ciclo eterno de muerte y renacimiento, protector de la fertilidad y la naturaleza.

Del Toro introduce esta referencia para subrayar la conexión de su criatura con las fuerzas primordiales del mundo, más cercanas a los dioses antiguos que al hombre moderno. El Hombre Verde representa la vida que brota del dolor, el poder regenerador de la tierra frente a la corrupción de la civilización. En Frankenstein, esa analogía refuerza la idea de que la criatura no es un error científico, sino una emanación de la naturaleza misma.

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