Netflix te enseña a sobrevivir el ‘Guadalupe-Reyes’ con esta película mexicana que pocos recuerdan y merece una segunda oportunidad
Desde 'El arca rusa' de Aleksander Sokurov hasta 'Museo' de Alonso Ruizpalacios, me encantan las películas que se desarrollan al interior de los museos. Como historiador del arte, me interesa explorar los vínculos que existen entre la pintura y el cine como medios de expresión visual.

La comedia mexicana que inicia la fiesta desde el 12 de diciembre, revive en Netflix. Con humor y tradición, esta película aborda el famoso maratón decembrino y rescata un bromance lleno de excesos y segundas oportunidades.

El cine festivo navideño se ha convertido en un refugio anual para quienes buscan historias de reconciliación, humor y caos familiar. Títulos como Mi pobre angelito con Macaulay Culkin, The Holiday de Nancy Meyerss y El Grinch con Jim Carrey han modelado un imaginario donde diciembre es sinónimo de travesuras, romances improbables y deseos de reinvención. Dentro de ese paisaje, las comedias mexicanas también han encontrado un espacio para explorar el espíritu decembrino desde la idiosincrasia local.

Y aunque la tradición marca que la temporada navideña arranca a partir de las posadas, hay una película que decide adelantarse a los festejos y comenzar el alboroto el 12 de diciembre. El punto de partida de Guadalupe Reyes es la costumbre muy mexicana que consiste en el famoso maratón que abarca del Día de la Virgen de Guadalupe al Día de Reyes, un periodo en el que se encadenan celebraciones, reuniones, anécdotas, banquetes, brindis y, por supuesto, excesos. Bajo esa premisa, el filme de Salvador Espinosa convierte una tradición popular en el motor emocional y cómico de su trama.

Dos amigos, dos vidas opuestas y un reencuentro inevitable

La historia sigue a Luis y Hugo, interpretados por Martín Altomaro y Juan Pablo Medina, quienes durante la adolescencia fueron inseparables. Sin embargo, la vida adulta los llevó por caminos divergentes. Luis se convirtió en un contador rígido y obsesionado con el deber, atrapado en la misma oficina durante años y marcado por una vida matrimonial que terminó por asfixiarlo. Hugo, en cambio, abrazó el hedonismo y la fiesta perpetua, viviendo a los cuarenta como si aún tuviera veinte. La película inicia cuando ambos se reencuentran justo cuando Hugo enfrenta su propia crisis de edad.

Hugo convence a Luis de realizar, al fin, el célebre maratón Guadalupe Reyes que estuvieron a punto de vivir a los 25 años. Para Luis, herido en su orgullo tras descubrir la infidelidad de su esposa, esta travesía etílica se convierte en una excusa para reencontrar una versión olvidada de sí mismo. Para Hugo, en cambio, es un intento desesperado por aferrarse a una juventud que se le escapa. En este choque de crisis personales y celebraciones interminables, la película construye un bromance tan mexicano como entrañable.

Diversión, excesos y el retrato ligero de una tradición mexicana

Con un guión de Marcos Bucay y Harald Rumpler, la película convierte la temporada decembrina en un mapa emocional donde las fiestas sirven tanto para explotar los excesos como para descubrir los límites personales. Con un ritmo ligero, situaciones absurdas y una serie de retos etílicos que funcionan como prueba para la amistad, Guadalupe Reyes abraza la tradición sin pretender explicarla del todo, más bien utilizándola como combustible para las aventuras de sus protagonistas.

Aunque la premisa tiene potencial, la película enfrenta dificultades para equilibrar su tono. Como ocurrió con propuestas similares, la historia intenta mostrar las consecuencias del abuso del alcohol mientras, al mismo tiempo, construye gran parte de su humor en torno a la embriaguez. El resultado es una comedia que oscila entre la celebración de los excesos y la preocupación por sus efectos, sin llegar a profundizar en ninguno de los dos enfoques. Espinosa, experimentado en televisión con la serie Club de cuervos, no siempre logra sacar provecho del reparto o dar coherencia al mensaje final.

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