Una de las frases más repetidas por comentaristas deportivos no nació en una cancha, sino en un clásico del cine de los 80. Descubre cómo “solo puede quedar uno” se volvió parte del lenguaje cotidiano y eclipsó a la película que la creó.
El cine ha dejado expresiones tan poderosas que terminaron integrándose al lenguaje cotidiano. Frases como "que la Fuerza te acompañe" (Star Wars), "nadie es perfecto" (Una Eva y dos Adanes) o "francamente, querida, me importa un bledo" (Lo que el viento se llevó) trascienden por completo su contexto original y son citadas incluso por quienes nunca han visto las películas que las hicieron célebres. Son líneas que viajan más allá de la pantalla y se convierten en parte del imaginario colectivo.
Del mismo modo, sentencias como "nadie arrincona a Baby" (Dirty Dancing), "¿Me estás hablando a mí?" (Taxi Driver) o "hasta el infinito y más allá" (Toy Story) han superado su época y su género para instalarse en conversaciones cotidianas, memes, programas de televisión y discursos improvisados. El impacto cultural de estas frases demuestra cómo el cine influye en nuestra forma de hablar, pensar e incluso recordar historias que, muchas veces, no hemos visto completas.
Un legado verbal que nace en un duelo ancestral
Entre esas frases que el público repite sin conocer su origen destaca “solo puede quedar uno”. Aunque muchos la asocian de manera automática a competencias deportivas, eliminatorias televisadas o juegos improvisados entre amigos, nació en Los inmortales, la película de 1986 dirigida por Russell Mulcahy. Su popularidad se extendió tanto que, con los años, la frase terminó desprendiéndose del filme que la vio nacer. Mucha gente ni siquiera sabe que proviene de un clásico de fantasía ochentera.
En la película, la escuchamos por primera vez tras el enfrentamiento inicial entre Russell Nash e Iman Fasil. La narrativa retrocede a 1536, donde el clan MacLeod combate al clan Fraser. Allí aparece un enigmático caballero cubierto por una armadura oscura y rematada con un cráneo. Frente a sus hombres, anuncia que solo él luchará contra Connor MacLeod. Y en el momento en que está a punto de decapitarlo, pronuncia una advertencia que marcará toda la historia: “solo puede haber uno”.
Un mantra que guía el destino de los Inmortales
A partir de ese instante, la frase reaparece con frecuencia, sobre todo en boca de Juan Sánchez Villa-Lobos Ramírez (Sean Connery), el maestro que instruye a Connor y le revela la verdad sobre los Inmortales. Dentro del universo de la película, estas palabras no son solo un eslogan dramático: resumen la regla fundamental que rige sus vidas, su poder y su inevitable destino.
Según la mitología del filme, los Inmortales deben enfrentarse entre sí hasta que solo quede uno. Ese elegido se convierte en mortal y obtiene la capacidad de percibir los pensamientos y emociones de todos los seres humanos. Se trata de un mecanismo narrativo que combina misticismo, tragedia y un fuerte componente épico, elementos que ayudaron a consolidar la fuerza simbólica de la frase.