Ya sea “Walk” en Thor, “Everlong” en El lobo de Wall Street, o “Let It Die” en Boyhood, las canciones de los Foo Fighters se han convertido en parte del repertorio musical que acompaña a las imágenes cinematográficas de autores como Kenneth Branagh, Martin Scorsese y Richard Linklater. Y aunque la banda estadounidense ha estado presente durante tres décadas, la pandemia les inspiró a tomar un peculiar rumbo.
Para el líder Dave Grohl, el tiempo de inactividad le ofreció la oportunidad de desarrollar una historia en torno a una posesión demoníaca, con los guionistas Jeff Buhler y Rebecca Hughes contratados para desarrollar el concepto de una banda de rock que experimenta una pesadilla mientras intenta grabar su nuevo álbum dentro de una casa embrujada.
Studio 666, disponible en HBO Max, comienza con un brutal asesinato ocurrido en la década de los 90 en una mansión de Encino. En la época actual, a Dave (Dave Grohl) le resulta complicado encontrar la inspiración para escribir canciones por lo que requiere un cambio de ambiente para sentirse nuevamente estimulado. Su gerente (Jeff Garlin) sugiere la mansión de Encino, ubicada en la apacible e idílica región del Valle de San Fernando de Los Ángeles.
Roswell Films
Pronto Dave y sus compañeros de banda Pat (Pat Smear), Taylor (Taylor Hawkins), Nate (Nate Mendel), Chris (Chris Shiflett) y Rami (Rami Jaffee) se instalan en la agradable vivienda con la esperanza de crear buena música. Pero el vocalista comienza a tener una serie de visiones demoníacas que lo conducen al sótano donde una grabación malvada de una canción inconclusa de metal toma el control de su cuerpo.
Los integrantes de Foo Fighters interpretan versiones ligeramente caricaturescas de sí mismos mientras la historia ofrece explosiones de ultraviolencia y momentos de comedia donde los peligros y amenazas no son tomados tan en serio. Los cuerpos desmembrados del cine gore conviven con hechizos y maldiciones del horror sobrenatural, aunado a las posesiones demoníacas en una casa embrujada, pero desde una perspectiva divertida.
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BJ McDonnell dirigió previamente la película slasher Hatchet III, así como una serie de videos para la banda de metal Slayer, lo que lo hace ideal para capturar la alegre mezcla de rock duro y un festín sangriento. Y ciertamente, la película cuenta con momentos de irreverencia e ironía cuando los otros miembros de Foo Fighters se dan cuenta lentamente de que su líder se está comportando de manera extraña.
Aunque por momentos es un relato inconsistente, Studio 666 es una película ideal para la medianoche y, sobre todo, es una delicia para los fans de Foo Fighters. La dinámica de la banda entre risas, bromas y locuras exageradas se percibe espontánea. El gran entusiasmo de cada uno de los músicos por la idea de que una banda sea víctima de fuerzas del más allá hace que la película siga adelante hasta el final.
