Las mejores cintas para niños siempre tienen un tierno y lindo animal que acompaña al protagonista. Desde el travieso San Bernardo de Beethoven, Buddy: El perro superestrella hasta Stuart Little, estas películas han mostrado los lazos especiales que se crean entre los humanos y los animales. Por supuesto no podemos omitir a la cinta de la década de los noventa, Liberen a Willy, que es recordada por ser una de las primeras en mostrar la unión entre un niño y una criatura acuática.
En la película, una pequeña orca de nombre Willy es separada de sus padres a temprana edad, con el objetivo de ser parte de las atracciones de un acuario. Cuando un niño problemático llamado Jess se esconde en el lugar que aloja especies acuáticas, mientras intenta intentar huir de la policía, él se encuentra con Willy. A partir de ese momento se genera una linda amistad entre la orca y el niño, quien le enseña a Willy trucos que ningún otro entrenador ha sido capaz de lograr.
Sin embargo, todo se complica cuando los dueños del parque piensan que Willy no es capaz de hacer ningún truco y deciden deshacerse de él. Es entonces cuando Jesse decide que lo mejor es devolverle la libertad a su mejor amigo. La cinta tuvo tanto éxito que dos películas más, Liberen a Willy 2 y Liberen a Willy 3: El rescate, fueron lanzadas. Aunque en la mayoría de las cintas actuales se hace uso de CGI para recrear a los animales y mantenerlos a salvo, en el caso de Liberen a Willy no fue así con la orca protagonista llamada Keiko. ¿Pero qué pasó con ella?
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A la edad de dos años, Keiko fue capturada en aguas islandesas. Durante su juventud, Keiko vivió en un acuario en Islandia, un zoológico en Canadá y posteriormente fue adquirida por el parque de diversiones Reino Aventura (ahora Six Flags) de la Ciudad de México, antes de ser seleccionada para Liberen a Willy. Tras el éxito mundial de la película, y por consiguiente de Keiko, activistas comenzaron una campaña para liberarla en la vida real. Sin embargo, luego de una vida en cautiverio, surgieron dudas sobre si la ballena podría sobrevivir en la naturaleza.
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En 1998, Keiko fue trasladada a un corral en Islandia para comenzar con el proceso de adaptación para su liberación en la naturaleza. A pesar de los esfuerzos por integrarla a su hábitat, Keiko no pudo convivir con otras de su especie. Desafortunadamente, la orca continuaba buscando humanos y cuando se encontraba con ellos, permitía que la acariciaran. Una tragedia ocurrió 18 meses después de ser liberada cuando Keiko murió en las costas de Noruega en diciembre de 2003, que se cree fue a causa de una neumonía. Se estima que Keiko tenía 27 años cuando murió, 35 años menos que una orca salvaje.
