Cuando Jacques Audiard comenzó a desarrollar lo que sería su aclamada y controvertida película Emilia Pérez, ya era evidente que se trataba de un proyecto único en su carrera. Inspirada libremente en la novela Écoute de Boris Razon y en libretos de ópera, esta obra musical de crimen cuenta la historia de Emilia Pérez, una líder de cartel que, con la ayuda de una abogada defensora, Rita, finge su muerte para acceder a cuidados que afirmen su género. El filme, protagonizado por Karla Sofía Gascón, Zoe Saldaña, Selena Gomez y Edgar Ramírez, no solo explora historias complejas, sino también la riqueza cultural y emocional de sus personajes.
Aunque Emilia Pérez llevó a Audiard a experimentar con la música, la danza y nuevas alturas creativas, no es la primera vez que este audaz cineasta desafía los géneros establecidos. Su trayectoria, que abarca más de tres décadas, está llena de obras que exploran los límites de la narrativa cinematográfica, entre las cuales destaca la fascinante y poderosa Un profeta.

‘Un profeta’: La obra maestra de Jacques Audiard
En Un profeta, Audiard nos sumerge en un viaje intenso y brutal que sigue la transformación de Malik El Djebena, un joven de ascendencia árabe interpretado magistralmente por Tahar Rahim. La película, ambientada en el despiadado mundo de una prisión francesa, narra cómo Malik comienza su condena como un hombre sin identidad, pero termina ascendiendo en las filas de la mafia corsa, mientras redefine su lugar en el sistema carcelario y en el inframundo criminal.
La relación entre Malik y César Luciani, un implacable gánster corso encarnado por Niels Arestrup, es el corazón de la película. César somete a Malik a su voluntad desde el inicio, obligándolo a cometer actos impensables para sobrevivir. Sin embargo, esta dinámica no solo define la relación de poder entre ellos, sino que también actúa como catalizador para la evolución de Malik, quien aprende a manipular el sistema en su favor.

A lo largo de su condena, Malik observa y aprende de los movimientos de César y su organización. Este proceso no solo lo convierte en un recurso valioso para los corsos, sino que también lo lleva a enfrentar el desprecio de su propia comunidad árabe dentro de la prisión. Esta dualidad refuerza la narrativa de un hombre atrapado entre dos mundos, en busca de un lugar donde pertenecer.
El aspecto psicológico de Un profeta es tan impactante como su representación del mundo criminal. Malik es un enigma constante; su mirada transmite un conflicto interno que revela tanto su lucha por sobrevivir como su lenta transformación en un líder calculador y decidido. Las visiones del hombre que fue obligado a asesinar son un recordatorio constante del costo emocional y espiritual de su ascenso.

La fotografía de Stéphane Fontaine y la banda sonora de Alexandre Desplat elevan aún más la obra. Los movimientos de cámara rápidos y los tonos fríos crean una atmósfera claustrofóbica que sumerge al espectador en la realidad opresiva de la prisión. Mientras tanto, la música de Desplat añade una capa emocional que resuena con la complejidad de los personajes y la narrativa.
Lejos de ser una simple película carcelaria, Un profeta es un estudio profundo sobre la identidad, la corrupción y la lucha por el poder en un sistema diseñado para aplastar el espíritu humano. La obra cuestiona si el cambio en Malik fue una consecuencia de su entorno o una manifestación de algo que siempre estuvo latente en él.