El rodaje de Drácula de Bram Stoker prometía ser un acontecimiento cinematográfico sin precedentes. Con la dirección de Francis Ford Coppola y las actuaciones de Gary Oldman y Winona Ryder, el proyecto parecía destinado a convertirse en una obra maestra del cine de terror. Sin embargo, detrás de las cámaras, la experiencia fue más cercana a una pesadilla para algunos de sus protagonistas, en especial para Ryder, quien vivió momentos de tensión inesperados junto a Oldman.
El primer encuentro entre Oldman y Ryder fue cordial, e incluso llegaron a compartir tiempo juntos durante los ensayos previos al rodaje. Pero una vez que las cámaras comenzaron a grabar, algo cambió drásticamente. La actriz de Beetlejuice y Stranger Things ha comentado en varias entrevistas que la dinámica con su compañero se volvió tensa, describiendo su presencia en el set como "peligrosa". Aunque nunca se especificó qué originó esta percepción, la incomodidad fue evidente durante toda la filmación.
Columbia Pictures
La tensa relación entre Gary Oldman y Winona Ryder durante un rodaje inolvidable
Francis Ford Coppola había considerado inicialmente a Daniel Day-Lewis para el papel de Drácula, pero la agenda del actor lo imposibilitó, dejando el camino libre para Oldman. La decisión fue acertada en términos artísticos, pero la intensidad del método de interpretación de Oldman tuvo efectos colaterales en el ambiente del set. Oldman mantenía su personaje incluso fuera de escena, lo que sumado a la naturaleza oscura del conde Drácula, creó un entorno emocionalmente desafiante.
Ryder, quien ya enfrentaba sus propios retos emocionales durante la producción, confesó sentirse agotada y tensa. Coppola, acostumbrado a rodajes complejos como lo han evidenciado las producciones de Apocalipsis ahora, El padrino y recientemente Megalópolis, intentó mediar la situación, sugiriendo que imaginara que actuaba frente a él en lugar de Oldman para facilitar las escenas más íntimas. Sin embargo, esta estrategia no logró aliviar del todo la incomodidad entre los actores.
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El propio Coppola admitió que la relación entre Oldman y Ryder cambió de un día para otro sin una razón aparente. “Se llevaban bien, y de repente, no más. Ninguno de nosotros supo qué pasó”, declaró el director. La tensión se volvió un desafío adicional, especialmente considerando la naturaleza romántica y erótica de varias escenas.
Afortunadamente para Ryder, contó con el apoyo de Keanu Reeves, otro de los protagonistas, quien se convirtió en un refugio emocional durante los días más complicados. “Gracias a Dios por Keanu. Gracias a Dios que iba a verlo”, escribió en sus diarios de la época, recordando cómo su presencia le brindó consuelo.