La película El Brutalista, nominada a 10 premios Oscar, sigue la historia de Lászlò Tòth (Adrien Brody), un arquitecto judío húngaro que escapa del Holocausto y emigra a Estados Unidos en 1947. Allí, se ve envuelto en un ambicioso proyecto modernista financiado por un plutócrata interpretado por Guy Pearce. Aunque el personaje de Tòth no existió en la vida real, su historia está inspirada en varios arquitectos que fueron pioneros del brutalismo, un movimiento arquitectónico que transformó el paisaje urbano en el siglo XX.

Los verdaderos arquitectos que dieron forma a ‘El Brutalista’
Uno de los principales referentes de este estilo fue Marcel Breuer, un arquitecto húngaro-alemán de origen judío que emigró a Estados Unidos y dejó su huella en el brutalismo. Su obra se caracteriza por el uso de enormes bloques de concreto en estructuras icónicas como el edificio de la UNESCO en París, el campanario de St. John’s Abbey en Minnesota y el Breuer Building en Nueva York. Su enfoque audaz en el diseño influyó en toda una generación de arquitectos.
Otro de los arquitectos que inspiraron a Tòth es Ernö Goldfinger, famoso por sus imponentes construcciones brutalistas en Londres. Sus obras más reconocidas, las torres Balfron y Trellick, generaron opiniones divididas: algunos las consideran innovadoras, mientras que otros las ven como estructuras frías e inhóspitas. Curiosamente, su nombre fue utilizado por Ian Fleming para bautizar a uno de los villanos más icónicos de James Bond, como una especie de venganza personal por el impacto visual de su arquitectura.

El brutalismo también tuvo un representante influyente en Louis Kahn, arquitecto de origen estonio que emigró a Estados Unidos. Sus diseños, como el Instituto Salk en California, el Museo de Arte Kimbell en Texas y el Instituto Indio de Administración en Ahmedabad, reflejan su dominio del concreto y su capacidad para jugar con la luz y la estructura. Aunque murió antes de ver algunas de sus obras terminadas, su legado sigue vivo en la arquitectura contemporánea.
Estos arquitectos, al igual que el personaje de Adrien Brody en El Brutalista, compartieron un vínculo con el movimiento Bauhaus, una escuela que revolucionó la arquitectura y el diseño en el siglo XX. Fundada por Walter Gropius, la Bauhaus promovió la fusión del arte y la funcionalidad. Sin embargo, su asociación con el modernismo y el judaísmo la convirtió en un blanco del régimen nazi, lo que obligó a muchos de sus miembros, como Breuer y Gropius, a exiliarse en Estados Unidos.

El impacto del brutalismo sigue siendo objeto de debate. Mientras algunos lo consideran un estilo vanguardista y monumental, otros lo ven como un recordatorio de un pasado industrial frío y austero. Sin embargo, su influencia es innegable y sigue vigente en la obra de arquitectos contemporáneos como Guillermo Sevillano y Elena Orte, quienes ganaron el Premio de Arquitectura Mies van der Rohe en 2024 por su diseño de la biblioteca Gabriel García Márquez en Barcelona.
El brutalismo también ha dejado su huella en América Latina y Asia. En Brasil, el arquitecto Paulo Mendes da Rocha llevó este estilo a otro nivel con proyectos como el pabellón brasileño en la Expo 70 en Japón y el estadio Serra Dourada. En Japón e India, el brutalismo se ha reinterpretado con elementos culturales locales, demostrando su versatilidad y relevancia en distintas partes del mundo. El Brutalista no es solo una historia sobre arquitectura, sino sobre la lucha de un hombre por dejar su legado en un mundo que no siempre comprende su visión.
