Durante la Semana Santa, son muchas las películas que vuelven al centro de la conversación por su temática religiosa, especialmente aquellas que representan la pasión y muerte de Jesucristo. Entre producciones épicas, dramas históricos y versiones contemporáneas, se suelen recordar títulos como La pasión de Cristo de Mel Gibson o Rey de reyes de Nicholas Ray. Sin embargo, pocas veces se menciona una de las películas más tempranas y relevantes sobre la vida de Jesús, una obra que, además, fue dirigida por una mujer en los albores del cine.
Nos referimos a La vida del Cristo, de la pionera Alice Guy-Blaché, considerada por muchos historiadores como la primera mujer directora de cine y también como la primera productora y jefa de estudio. Nacida en los suburbios de París en 1873, Alice Guy inició su carrera como secretaria de Léon Gaumont, pero pronto pasó a dirigir y producir películas para promover los proyectores de la empresa. Entre todas sus obras, la que más apreciaba era justamente esta sobre la vida, pasión y muerte de Jesucristo.
Gaumont
Antes que nadie: ‘La vida del Cristo’, la visión femenina que marcó el inicio del cine espiritual
La vida del Cristo, lanzada en 1906, fue el proyecto más ambicioso de Alice Guy durante su trabajo en Gaumont. Inspirada por la Biblia ilustrada de Jacques Tissot, que adquirió en el año 1900, Guy no solo encontró en estas imágenes inspiración para vestuario y decorados, sino también una sensibilidad particular que orientó su puesta en escena. A través de una lectura visual influenciada por el arte religioso, Guy otorgó protagonismo a las mujeres del Evangelio, construyendo escenas que destacaban su humanidad y su papel activo en la narrativa bíblica.
Aunque muchas películas silentes anteriores ya habían abordado episodios del Evangelio, la propuesta de Guy fue distinta. Su filme, que dura 33 minutos, no aspiraba a abarcar todos los momentos de la vida de Jesús, sino a elegir con precisión aquellos que resonaban con sus propias inquietudes artísticas y espirituales. Como en otras de sus películas, la figura de la Virgen María y la aparición de ángeles ocupan un lugar central, no como adorno, sino como presencias decisivas en el relato.
Gaumont
Un ejemplo notable de esto aparece en la escena de la llegada de José y María a Belén, la cual nunca había sido representada en el cine hasta entonces. Guy escoge mostrar a María como una figura frágil, profundamente afectada por su embarazo y por el rechazo social, y enfrenta su vulnerabilidad con la dureza de la autoridad indiferente de un soldado romano. Esta construcción, que exalta la dimensión melodramática del personaje femenino, no encuentra paralelo en otras versiones contemporáneas, como la de Ferdinand Zecca para Pathé, en la que el trato a María es más neutral y menos emotivo.
La sensibilidad con la que Guy representa el sufrimiento físico y emocional de las mujeres del Evangelio es constante a lo largo de la película. El camino al calvario, la crucifixión y la resurrección son mostrados no solo desde la figura de Cristo, sino a través de las reacciones de María y otras mujeres que lo acompañan. Así, se convierte en un relato en el que la fe, el dolor y la fortaleza femenina conviven de manera explícita y estética, destacando un enfoque que pocas veces ha sido replicado en el cine religioso.