Tom Cruise no necesita presentación cuando se trata de escenas de acción. A lo largo de su carrera, ha desafiado los límites de lo posible lanzándose desde alturas vertiginosas, manejando vehículos a velocidades extremas y arriesgando su integridad física como pocos en Hollywood. Aunque muchos lo conocen por sus hazañas en la franquicia Misión: Imposible, hay una escena muy especial —y personal— que el actor esperó casi cuatro décadas para realizar, y no pertenece a esa célebre saga de espías.
Paramount Pictures
Tom Cruise y la hazaña que tenía pendiente desde 1986
Fue en Top Gun: Maverick, la esperada secuela del clásico ochentero, Top Gun, donde Cruise finalmente cumplió uno de sus anhelos más antiguos: ser catapultado desde la cubierta de un portaaviones. Esta maniobra, que no pudo realizar en la primera película de 1986 debido a limitaciones tecnológicas, se convirtió en una especie de deuda personal. “Una de las primeras cosas que no se pudieron filmar durante Top Gun fue eso, y por fin lo hice. Lo hice seis veces. Es increíble”, confesó Cruise en los extras del DVD y Blu-Ray de la secuela.
En los años 80, colocar cámaras dentro de los aviones era imposible: los equipos eran demasiado pesados para adaptarse al estrecho espacio de la cabina. Décadas después, la evolución tecnológica hizo posible no solo grabar en cabina, sino también ofrecer al público una experiencia visceral, inmersiva, que pone al espectador en el corazón del combate aéreo. Para Cruise, esto representó una oportunidad única para capturar una escena que llevaba planeando durante casi toda su carrera.
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Top Gun: Maverick no solo rescató a un personaje icónico como Pete “Maverick” Mitchell, sino que renovó por completo la fórmula. La película se distanció del tono superficial de su predecesora y apostó por una historia emocionalmente más compleja, gracias en parte al personaje de Bradley “Rooster” Bradshaw, interpretado por Miles Teller. La relación entre Rooster y Maverick —una mezcla de mentoría, redención y duelo no resuelto— elevó la historia a otro nivel, haciendo de esta secuela una película mucho más sólida y entrañable.
El director Joseph Kosinski logró convertir las secuencias aéreas en momentos de auténtica tensión cinematográfica. A diferencia de la primera entrega, dirigida por Tony Scott, Maverick permite al espectador estar dentro de la cabina y compartir la incertidumbre de cada misión. Esta audacia técnica y narrativa explica por qué la película se convirtió en la primera de Cruise en superar los mil millones de dólares en taquilla mundial y por qué muchos la consideran uno de los filmes que ayudaron a revitalizar el cine tras la pandemia.
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A sus más de 60 años, Tom Cruise no muestra señales de frenar el paso. De hecho, pareciera que cada nueva entrega en su carrera representa un reto mayor al anterior. En un entorno cinematográfico donde los efectos digitales son cada vez más sofisticados, él insiste en realizar sus propias acrobacias, recordándonos que el riesgo real aún tiene un lugar privilegiado en la gran pantalla. ¿Qué sigue? ¿Pilotar un jet a velocidad supersónica mientras canta “Great Balls of Fire”? Con Cruise, todo es posible.
Y mientras el mundo sigue maravillado con sus hazañas aéreas y acrobacias imposibles, el actor ya se prepara para regresar con una nueva aventura. Misión: Imposible - La sentencia final, la octava película de la franquicia, se estrena el próximo 22 de mayo en Cinépolis y Cinemex. Si alguien pensaba que Cruise ya había alcanzado su límite, parece que todavía no ha terminado de sorprendernos.
