Tom Cruise es sinónimo de adrenalina. Desde que encabezó la primera entrega de Misión Imposible en 1996, su carrera ha estado profundamente vinculada al cine de acción de alto voltaje. Con una filmografía llena de acrobacias espectaculares y misiones suicidas que él mismo ejecuta sin dobles, Cruise ha elevado el estándar del cine de acción a un nivel casi inalcanzable. La nueva y última entrega de la saga, Misión Imposible - La sentencia final, está próxima a estrenarse y promete cerrar con broche de oro una franquicia que ha definido la imagen del actor durante décadas.
Sin embargo, detrás del ícono de acción existe un intérprete que ha explorado territorios mucho más complejos. Cruise ha demostrado que su talento va más allá de correr por techos o colgarse de aviones en movimiento. En su carrera, ha trabajado con algunos de los directores más prestigiosos del cine moderno, como Stanley Kubrick en Eyes Wide Shut y Steven Spielberg en Minority Report y La guerra de los mundos. Estas colaboraciones revelan una faceta que le permite al actor adentrarse en personajes moralmente ambiguos, vulnerables y, en ocasiones, profundamente perturbadores.
New Line Cinema
¿La mejor actuación de Tom Cruise? Esta película lo llevó a su límite sin una sola explosión
Una de esas interpretaciones magistrales llegó en Magnolia, el ambicioso drama coral dirigido por Paul Thomas Anderson. A pesar de que Anderson es más conocido hoy por obras como Petróleo sangriento o El hilo fantasma, muchos siguen considerando Magnolia como su película más radical y emocionalmente abrumadora. Estrenada en 1999, la cinta fue un parteaguas en el cine independiente estadounidense, ganando admiración y polémica a partes iguales por su estilo operístico, su visión existencial y sus riesgos narrativos.
Magnolia , disponible en Max (plataforma que volverá a su nombre original), entrelaza la vida de nueve personajes marcados por el dolor, el abandono, la culpa y el deseo desesperado de redención. En este tejido humano plagado de coincidencias (¿o señales divinas?), Cruise interpreta a Frank T.J. Mackey, un gurú misógino que enseña a hombres a manipular mujeres bajo el disfraz de empoderamiento masculino. Su personaje, despreciable en apariencia, se revela poco a poco como una víctima más de la ruptura emocional y los traumas de la infancia, brindando a Cruise una de las interpretaciones más crudas y desgarradoras de su carrera.
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La película es un torbellino emocional. Desde el presentador de televisión que agoniza en su lecho de muerte hasta el exniño prodigio que vive con el peso de una infancia explotada, Magnolia pinta un mosaico de soledades que se rozan sin saberlo. Con un ritmo que a veces roza el exceso, pero que nunca pierde su fuerza emocional, el también director de Puro vicio y Licorice Pizza guía a sus personajes hacia una catarsis inesperada. ¿Quién podría olvidar la lluvia de ranas, ese acto de surrealismo bíblico que quiebra toda lógica y eleva el drama a una dimensión casi mitológica?
El corazón del filme, sin embargo, late con fuerza gracias a la humanidad con la que están construidos sus personajes. Cruise, nominado al Oscar por este papel, logra que el espectador se conmueva por un personaje detestable, en un acto de empatía que solo un actor en total control de su oficio podría lograr. Su vulnerabilidad en pantalla, especialmente durante la confrontación con su padre moribundo, es uno de los momentos más poderosos que ha entregado a lo largo de su carrera.