En el recuerdo colectivo aún pesa la controversia de 13 Reasons Why, criticada por su representación gráfica del suicidio y por el enfoque sensacionalista que ofrecía sobre una enfermedad devastadora. Frente a ese antecedente, Violet y Finch representa un paso más compasivo y maduro: una película que no oculta el dolor, pero tampoco lo explota; que no idealiza el sufrimiento, sino que lo visibiliza con respeto.
Basada en la novela juvenil de Jennifer Niven y disponible en Netflix, Violet y Finch sigue la vida de dos adolescentes marcados por el dolor: Violet (Elle Fanning), devastada por la muerte de su hermana; y Finch (Justice Smith), atrapado en un torbellino interno derivado del abuso que vivió en su infancia. Sus caminos se cruzan en el lugar más inesperado: un puente, donde Violet contempla el salto. Finch aparece y, simplemente, se queda a su lado. Así inicia una historia de complicidad, amor y sanación que nunca se siente forzada ni manipuladora, sino profundamente humana.

‘Violet y Finch’: Más que una historia de amor, un retrato honesto de la depresión
Lo que distingue a esta obra, dirigida por Brett Haley, es su capacidad de mostrar la enfermedad mental sin decorarla ni esconderla, y sin pretender que todos los caminos conducen a una “curación perfecta”. Finch lucha, se esconde, desaparece. Violet llora, se aísla, recuerda. No hay moralejas simples, porque la depresión no tiene una sola cara, ni un único origen. El guion, escrito por la propia Niven junto a Liz Hannah, respeta esa complejidad y ofrece una narrativa emotiva que alterna momentos de ternura con silencios devastadores.
A diferencia de muchos dramas adolescentes, Violet y Finch no se apoya en clichés ni en amores fantasiosos. Aquí, el amor no salva por completo, pero sí acompaña. Finch se empeña en que Violet redescubra la belleza de los pequeños momentos: los paseos sin rumbo, las citas espontáneas, los paisajes ocultos. En ese proceso, ella empieza a volver a la vida. Pero lo más devastador y real es comprender que mientras él la ayuda a sanar, sus propias heridas siguen abiertas.

La película también hace eco del estigma que aún persiste en torno a la salud mental. Finch es etiquetado como “raro”, “inestable”, “complicado”. Violet, aún en duelo, es presionada para “superarlo”. Son frases que muchos espectadores reconocerán como parte de su propia experiencia o de la de alguien cercano. En medio de eso, Violet y Finch lanza un mensaje fundamental: a veces, basta con que una persona te escuche, te mire, se quede. No todos tienen acceso a redes de apoyo, pero todos necesitan ser vistos.
Violet y Finch es, en última instancia, una carta de amor a quienes luchan con su mente todos los días. Con actuaciones honestas de Elle Fanning (a quien pronto veremos en Depredador: Tierras salvajes) y Justice Smith (quien forma parte del elenco de la esperada Los ilusionistas 3), la película emociona sin manipular. No es una historia feliz, pero sí una que ilumina. Y por eso, aunque te hará llorar, también te regalará instantes de belleza que recordarás por mucho tiempo.
