Exterminio: La evolución no solo representa un esperado regreso al universo postapocalíptico de Danny Boyle, sino que también marca una audaz revolución técnica en su forma de hacer cine. Más de dos décadas después del estreno de Exterminio, Boyle vuelve a sus raíces con una apuesta igual de radical: filmar gran parte de esta nueva entrega con un iPhone 15 Pro Max. La decisión, más allá de lo estético, responde a una necesidad práctica y creativa, y sus resultados ya han sido aplaudidos por la crítica.
El director de Trainspotting y Quisiera ser millonario no es ajeno a las tecnologías poco convencionales. En 2002, sorprendió al filmar la cinta original con cámaras Canon XL1 de baja resolución para lograr un estilo documental crudo y urgente. Ese estilo granulado, que aportó una inquietante sensación de realismo, fue clave para convertir a 28 Days Later en una de las películas de zombis más influyentes del siglo XXI. Hoy, con Exterminio: La evolución, Boyle retoma ese espíritu experimental, pero lo actualiza con un dispositivo que millones de personas usan a diario: su smartphone.

Así aprovechó Danny Boyle las cámaras del iPhone para capturar la brutalidad del fin del mundo
La elección del iPhone como cámara principal no fue un simple truco publicitario. Según Boyle, la ligereza y versatilidad del dispositivo permitieron moverse con agilidad por locaciones remotas en Northumbria, capturando paisajes intactos que parecieran no haber sido tocados por la civilización en siglos. “Nos permitió mantener la pureza visual del entorno sin invadirlo con equipo pesado”, declaró el cineasta en entrevista para WIRED. Esta elección también transformó la relación entre la cámara y los actores, quienes reaccionaban de forma más natural frente a un objeto tan familiar.
Uno de los momentos más impactantes de la cinta (en el que Jamie, interpretado por Aaron Taylor-Johnson, presencia el primer asesinato cometido por su hijo Spike) se rodó con un iPhone en mano, generando un efecto de inmersión total. La crudeza de la escena no solo se potencia por la violencia gráfica, sino también por la proximidad emocional y visual que permite este tipo de cámara. Además, Boyle aprovechó la tecnología para superponer imágenes y construir una narrativa visualmente fragmentada que entrelaza el presente con referencias históricas y religiosas.

No todo fue sencillo en esta apuesta por la innovación. El director de La playa y 127 horas reconoció que el sistema automático del iPhone, diseñado para usuarios cotidianos, fue un reto en escenas dramáticas donde la luz o el enfoque no estaban en los lugares esperados por la inteligencia artificial del dispositivo. Aun así, los beneficios superaron ampliamente las limitaciones. Con grabación en 4K y hasta 60 cuadros por segundo, el teléfono permitió capturar tanto la belleza de la naturaleza como la brutalidad del apocalipsis zombi con un detalle sorprendente.
El uso de tecnología accesible en una franquicia tan icónica no es gratuito. En palabras de Boyle, su intención fue contrastar la violencia con la inocencia y la belleza natural, una fórmula que potencia el terror y da profundidad emocional a la historia. Además, al emplear una matriz de 20 iPhones en forma semicircular, el equipo pudo replicar un “bullet time” económico, al estilo de Matrix, para capturar las secuencias más brutales desde múltiples ángulos. Esta mezcla entre lo épico y lo cotidiano da a la película una textura única.
