Pocas películas recientes han logrado equilibrar sátira, horror y crítica social como lo ha hecho M3GAN, y su secuela M3GAN 2.0 redobla esa apuesta con ingenio. Esta segunda entrega no solo amplía la historia de la muñeca asesina con inteligencia artificial, sino que introduce giros inesperados, momentos cargados de humor absurdo y, sobre todo, referencias culturales que pocos espectadores logran captar por completo. Una de las más sorprendentes y sutiles es su burla a Steven Seagal, el actor de acción más excéntrico y polémico de Hollywood.
La historia sigue a Cady (Violet McGraw), ahora más madura y lidiando con las secuelas de los eventos traumáticos del primer filme. En esta ocasión, Cady intenta rehacer su vida de manera saludable: asiste a terapia, se interesa por el diseño computacional y entrena artes marciales. Pero en lugar de inspirarse en íconos como Bruce Lee o Jackie Chan, su modelo a seguir resulta ser Steven Seagal. Esta elección, que al principio parece solo un chiste interno, adquiere un inesperado peso narrativo hacia el final.
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M3GAN 2.0 convierte una vieja escena de acción de Steven Seagal en su momento más insólito
La comedia nace del contraste: Cady es una niña brillante, con una tía genio tecnológica y una inteligencia artificial a su lado, pero se obsesiona con un actor conocido más por su arrogancia, falta de habilidades actorales y mala reputación que por su legado en el cine. Steven Seagal, cuya carrera alcanzó la cima en los 90 con películas como Under Siege y Marked for Death, es retratado aquí como un ídolo involuntario, una figura que resume el absurdo de idealizar figuras públicas sin escrutinio alguno.
Pero el homenaje también es físico. En una escena clave, Cady aplica una técnica de combate inspirada directamente en Above the Law, donde el personaje de Seagal rompe el brazo de su enemigo en un ángulo grotesco. Cady repite este movimiento para desarmar al villano de M3GAN 2.0, en una secuencia que funciona tanto como acción catártica como guiño humorístico a los fans del cine de acción de culto y sus clichés.
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El director Gerard Johnstone juega con el absurdo de forma calculada. Presentar a Seagal como guía espiritual no solo funciona como burla al actor, sino como comentario sobre la necesidad de modelos a seguir cuando el entorno familiar y emocional está fracturado. Que Cady encuentre fuerza incluso en una figura tan cuestionable dice mucho del proceso de adaptación y supervivencia emocional.
Al final, M3GAN 2.0 transforma tanto a su protagonista como a la propia muñeca titular en heroínas de acción, en una triple evolución que combina crítica de género, empoderamiento y parodia. Que Steven Seagal, de todas las figuras posibles, se convierta en catalizador de ese cambio es tan insólito como efectivo. La película sugiere que incluso de las fuentes más insólitas puede surgir un aprendizaje aunque sea accidental.